Es sólo cuando el río fluye
en lo alto de nuestras cabezas,
que el acerado lastre de la imbecilidad
nos conmueve...
Cuando los acordes de esa vieja guitarra
lloran un complejo silencio,
todo lo límpido y puro
se transforma en el pozo séptico
que se alimenta del callejón.
¡Destrózame!
¡Arrásame!
¡Traslúceme, Viento de la mañana!
Piérdeme en tu laberinto...
Que aún es de día.
Texto agregado el 29-08-2005, y leído por 175
visitantes. (1 voto)
Lectores Opinan
29-08-2005
¿pierdeme en tu laberinto ,que aun es de dia?...hummmm,interezante invitacion....*5 KARYNNA
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