Una mujer bella y distante se acomoda la blusa, lee un libro, se mira la punta de los pies y piensa en aquel banco de plaza.

Y yo, sentado en un tronco que alguna vez tuvo flores y que duerme su sueño eterno, observo un viejo ombú que tengo enfrente. Sombra apacible de un 1 de diciembre , árbol místico que se derrama en raíces espectrales que nos insinúan lo inenarrable , entre sus venas veo la esencia del misterio, veo ancestrales tiempos disfrazados en la cotidianeidad de una plaza de ciudad, son los ecos de lo inconmensurable que se ven traducidos en convulsionados entes y nadie se percata del episodio, desde aquí se percibe la paz infinita , el caos infinito , la lanza inmaterial que atraviesa los tiempos pasados y futuros, el centro del universo, la frontera del mismo, el corazón de la vida entera .
Mientras escribo todo esto un ejército de insectos guardianes del Secreto realizan una procesión en mi humanidad y creo que en breve, su acción protectora me transformará en una fibra más del tronco aquel que me abrió las puertas del abismo.
Y si el destino no es tan fatal, quizá esta hoja se suelte de mi mano petrificada y vaya a parar a la punta de los pies de aquella dama distante.