Lancé los dados sobre el tapete verde
que no era tapete sino el césped de la plaza,
tampoco eran dados sino alternativas
que sometí a estudio o simplemente al azar,
elegí no degollarme aquel día y darle
otra oportunidad a los acontecimientos,
la vida pasaba a cada instante a mi lado
primero fue una mujer malhumorada
luego un chico en bicicleta, una paloma,
dos novios, una suave brisa y un balón
que furibundo casi me decapita.

La derrota se huele en mis bolsillos
y en las suelas gastadas de mis zapatos,
no hay alternativa o acaso la hay
pero no la avizoro en mi camino gris,
acaso una sonrisa me salvaría
pero nadie lo hace, todos, absolutamente todos
parecen ir camino al cadalso
salvo los niños, los novios y los ancianos
que ya lo tienen todo resuelto.

Necesito un milagro pero no un santo
odio devolver los favores o dar las gracias,
el que da con el corazón no debe esperarlas,
la pena se esculpe en mi alma, no hay caso
necesito albergue, algo de comida,
una cama tibia y acaso una caricia,
siquiera un lenguetazo de un perro vago
y no este camino interminable
que no me conduce a ninguna parte

Busco entre mis bolsillos el arma letal
que me sacará de este mundo para siempre
soy todo harapos, nada me ilumina
un cartel muestra a una pareja sonriente
es un dentífrico que ya no necesito
mis dientes murieron apolillados.

Encuentro el arma letal, es un lápiz,
escribo en una hoja de diario
mi testamento, le doy toda mi nada
a mi descendencia y todos mis errores
para que los quemen, me duelen los pies
me duele todo, tomo los dados y los lanzo
sobre el tapete verde que no es tapete
sino el césped de la plaza, tengo sueño
y las bancas ya se han desocupado
me acomodo sobre una de ellas
y aplazo mi tormento para el día siguiente…