A veces no sabría explicarte si cuando no te veo, te extraño o te necesito, o si en definitiva es lo mismo, pero lo cierto es que te miro a los ojos y pienso que no sería capaz de irme dejándote ir por otro camino, sin saber cuándo será la próxima vez, y mucho más desconcertante,... si habrá una próxima vez.
Pero cuando estoy sola y pasas por mi mente, en mi rostro se dibuja una especie de sonrisa carismática como si fueras un viejo amigo que está muy lejos... y luego, pasan horas y tu nombre, tus ojos, tu boca y tu voz rondan por mi cabeza como si me reclamaran que no te hubiera pensado antes, y te extraño. Empiezo a construir una especie de reproche instantáneo en mi cabeza pensando que tú no me recuerdas, que estarás haciendo algo que ocupe tu tiempo mientras yo me como la cabeza sin saber qué pensar o qué sentir... Y apareces casi en alma en la pequeña pantalla de mi móvil, invitándome a una nueva cita a la que no me puedo negar, y ahí siento que de nuevo te necesito.
Me gustaría saber, sin tener que preguntártelo, qué dirías si supieras todo esto... ¿Pensarías que soy una de esas tantas mujeres confusas que no saben lo que quieren hasta lamentarse de haberlo perdido todo? ¿Pensarías que es normal porque a ti también te ocurre?
Ahora mismo escribo esto e imagino tu cara en el fondo del papel, como si me miraras con cara interrogante y no sabría qué contestarte, porque como ves, ni yo misma sabría responderme a mí misma.
Una cosa si sé seguro: que si te perdiera, te extrañaría y te necesitaría tanto como lo hago ahora que no estás aquí, como lo haré dentro de unos minutos cuando, tras el encuentro, venga la despedida, tu mirada persiga mis pasos hasta perderme en al última sombra y esa tristeza de separarnos se convierta en ilusión por la próxima y nostalgia por la pasada.
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