A mi Pequeña,
Aunque los días pasan y ya suman años no he podido olvidar aquella vez cuando tu mano toco la mía en una triste despedida. Ese adiós marcó en mí profunda nostalgia y sentimientos de amor que el tiempo ha sabido guardar. Aunque fue muy triste debo decirte que lo he transformado en un bello y aliciente recuerdo y cuando esos momentos del triste adiós tocan mi ser, un profundo suspiro viene a mi, e instintivamente toco mi mano tratando de sentir el calor que la tuya dejo, pero tal calor físico no hay mas si lo hay en mis claros recuerdos.
Como pude permitir que parte de mi vida quede en aquel pequeño aeropuerto de Atalaya, como deje que el tiempo pasara sin ir en tu busca; sin hacer nada para retornar a tu lado. Quise ser fuerte para liberar este sentimiento pero día a día fue creciendo y no logre mitigarlo. A partir de ese día, aunque tarde me di cuenta que esto no pudo ser solo un adiós, debió ser la tristeza de nuestros sentimientos sin haberse dicho que eran el uno para el otro dejados solos en tan lindos recuerdos…. y aunque prometimos vernos, la historia y la realidad dice que a varios ciento de kilómetros quedo el amor de mi vida igual de escondido.
Pero hay algo que aun tengo de ti y es el dulce recuerdo de tu delicada mano.
Algunas veces cuando me siento derrotado y la soledad invade mi ser, me transporto a ese tiempo tan lejano y veo en ella tu mano extenderse hacia la mía, me invita a tocarla, y apenas se da el roce siento el apoyo para levantarme y la fuerza para seguir avanzando, ella me colma de amores y la paz vuelve a mi, no hay nada mas dulce y tierno que este recuerdo de tu delicada mano.
Por ello quisiera que esta historia no sólo sea de una triste despedida, permíteme decirte sin reparar lo que digan, sin temor al descubierto: Pequeña, linda amiga mía, mi vida entera eres tu, siento que aun te amo… por favor déjame tener tu mano una vez mas entre las mías.
Markito |