Cartas australes
Señor James Benson
Chicago
21.12.93
¡Hola!
Mis mejores deseos para usted es que al recibo de estas cortas pero sinceras líneas se encuentre bien junto a sus familiares y seres queridos, y reciba un cariñoso saludo de una nueva amiga. En el catálogo del “International Marriage Club” de este mes pude observar su foto y entre tantas otras personas lo he seleccionado a usted. Por eso le estoy escribiendo, con el mayor deseo de poder agradarle. De mí diré que soy una joven nicaragüense, nací el 14 de noviembre de 1970 o sea que soy escorpio, peso 114.4 libras, mido 1.52, tengo ojos cafés, pelo negro largo, crespo, piel oscura. Me considero una joven romántica, cariñosa, comprensiva. Me gusta leer y escribir poesía, la música, la televisión, bailar, los quehaceres domésticos del hogar, etc. Vivo con mis papás en Managua y mi papá es médico rural en el interior del país. Tengo tres hermanas, una mayor que es médica especialista, otra que está casada y es ama de casa y otra más pequeña que estudia en el Instituto Politécnico Nicaragüense. Yo estudio Ingeniería en la UCA. Estoy en mi tercer año y algún día pienso trabajar de ingeniera con el gobierno, aunque de vez en cuando trabajo en el interior, no cerca de mi papá sino por un volcán que se llama Kilambé, en la comarca del Cuá, que Carlos Mejía Godoy (cantautor famoso) le hizo una canción. Me gustan los hombres cariñosos, comprensivos, pasivos. También me gustan mucho los niños, pienso tener varios cuando encuentre a mi media naranja. No le envío ninguna foto mía porque en estos momentos no tengo ninguna, pero le prometo que para la próxima le enviaré una, como también espero recibir una suya, digo si mi carta es de su agrado. Espero su respuesta. Sin más cariñosamente.
Ana Ruth Cruz Cervantes
Ciudad Jardín #A-150
Managua
Saludes a su familia, si la tiene.
* * *
Señor James Benson
Chicago
18.6.94
Querido Jim:
Quiero decirte que la pasé lindo con vos aquí en Managua. Enseñarte Managua me dio mucho orgullo, y también quería que vieras un poco de cómo soy yo. Me da mucho gusto que hayas conocido a mi familia, y también que sepas que somos una familia honorable, tradicional. Como te dijo mi papá, la situación de Nicaragua ha mejorado pero todavía hay muchos problemas. A nosotros nos ha afectado en lo macroeconómico pero no en lo moral porque uno puede pasar penurias pero mantener la dignidad. Ellos han podido mantener una familia junta en tiempos tan malos. Todos han hablado bien de ti y les da tristeza que te hayas quedado sólo por una semana. A mí también me dio tristeza pero también entiendo que tienes que trabajar, uno tiene que ser responsable con su propio negocio porque si no quién lo va a ser. Cambiando de tema, qué noche más romántica la que pasamos en tu hotel, eres un hombre romántico y fino. Espero que yo te haya correspondido como esperabas. De verdad que hacemos una linda pareja, ¿no te parece? Como te dije el sábado en Los comalitos, el Hotel Intercontinental es el mejor de Managua, está cerca de la catedral, la laguna de Tiscapa, Metrocentro, etc. Escríbeme rápido porque tengo ganas de recordarte viendo tu letra. La foto que me diste la tengo al lado de la cama, por el reloj despertador. Antes de cerrar los ojos por la noche te veo y duermo tranquila pensando en el cuarto número 137, que era el número de tu cuarto de hotel. Ponele tu colonia a la carta, me gusta tanto cómo huele, ¿cómo es que se llama? La del frasquito verde, que también es bonito. ¿Te acordás de la vasija que te regalé? No sé si te dije pero creo que no, la conseguí en el lago Cocibolca o Grande de Nicaragua, en una isla que se llama Ometepe. Esa vasija es símbolo del pasado de Nicaragua y de la grandeza de las culturas indígenas como los Chontales y los Chorotegas. Te manda saludes mi mamá. Sin más cariñosamente.
Ana Ruth Cruz Cervantes
P.D. Te mando un beso chiquito y juguetón, como el de Agustín Lara. Señor Francisco (profesor de español), muchas gracias por la traducción. Son buenas. Dígale a Jim que aprenda mucho español para que nos entendamos bien. Jim dice que usted es un maestro muy paciente.
* * *
Señor James Benson
Chicago
25.9.94
Mi amor Jim:
Qué gran noticia, claro que acepto, cómo no. Mi mamá no ha parado de llorar y si no me controlo yo también me pongo a llorar. Estoy tan emocionada que no puedo pensar bien, he esperado tanto tiempo este momento. Mi papá se siente muy orgulloso y está seguro de que sos un buen hombre. Te manda a decir gracias por el sobre con la ayudita. Todos en la casa han esperado que yo haga mi propia familia y por fin ha llegado el momento, verás en mi letra que tengo el pulso tembloroso porque te estoy escribiendo esto y siento el corazón palpitándome en el pecho. Como dice Bola de Nieve (cantante cubano) me llenas toda de alegría y juventud. Estoy ilusionada con nuestra casa y nuestros hijos. Sí, los tenemos que encargar pronto porque es peligroso tener hijo cuando una es mayor, ¿verdad que sí? Contame más cómo es Chicago. Me dijiste que hace mucho frío y que el viento sopla mucho. Me imagino que tiene edificios altos y carros y todo y ha de ser enorme. Aquí en Managua no cae nieve pero sí caen unos aguaceros que ni quiera Dios y la temperatura es casi siempre la misma, mucho calor. Tengo muchas ganas de hacer mi vida con vos pero también me da miedo porque pienso que estoy abandonando a mis papás y a mis hermanas. No es fácil pero tengo la ilusión. Ahora todo aquí es hacer planes. Mi mamá ya hasta me tomó las medidas para hacerme un vestido nuevo para el viaje. Como dijiste en tu última carta, creo que es buena idea llegar a Chicago el día domingo 24 de noviembre del año en curso, así podemos pasar juntos el Día de Acción de Gracias, tan importante para el país de los Estados Unidos. También nos daría tiempo para hacer todo el papeleo, aquí la pedida de la visa en la embajada americana es bien arrecha. Pienso trabajar hasta la semana antes del viaje y así puedo comprar unas cositas. Bueno, mi amor, te dejo porque aquí me están llamando, están planeando fiestas y también ya quieren hacer la lista de participaciones.
(Señor Francisco, me da pena que tenga que leer esta carta tan personal pero qué le vamos a hacer si alguien tiene que traducir. Muchas gracias.)
Te quiere tu futura esposa,
Ana Ruth Cruz Cervantes de Benson (qué bonito que suena, verdad)
* * *
29.XII.94
Señor James Benson
Chicago
Hola Jim:
(Francisco, muchas gracias por la traducción de esta carta. Le agradecería mucho si me hiciera el favor de traducirla lo mejor que pueda. Es importante que Jim entienda bien lo que sucedió.)
Antes que nada, por medio de la presente mi familia y yo queremos desearte una Feliz Navidad y un Próspero Año Nuevo. Ana Ruth llegó bien, Blanca y yo la fuimos a recoger al aeropuerto el viernes a eso de las tres. Cuando nos vio, nos abrazó, se puso a llorar y ahí mismo nos empezó a contar su calvario en los Estados Unidos, que la dejó en un estado de nervios horrible, producto del viaje y dos noches sin dormir. Desde que regresó estamos en estas y ahora sabemos toda la situación. Todas estamos preocupadisímas, pero más que nadie mi papá porque se quedó en algo que no se cumplió y ahora no sabe qué hacer. Me imagino que vos estarás confundido, muy confundido. Tenés toda la razón del mundo, y por eso quiero contarte todo lo que ella pasó allá, para que por lo menos tengás el consuelo de saber la historia completa, y para que también te des cuenta de que Ana no es lo que ella dice.
Ana Ruth trabajó bien fuerte hasta el sábado antes del viaje. Compró regalos con el dinero que le enviaste, una hamaca para vos, unas bigoteras para tu mamá y no sé qué otras cosas más, pero también se compró un babydoll muy lindo, todo con mucha ilusión. Estaba contenta pero también estaba muy nerviosa, ella siempre ha sido así, y los días antes de irse lloraba por cualquier cosa. En el aeropuerto hasta tuvimos que echarle aire porque casi se desmaya. La cosa es que se fue bien alterada. Cuando llegó a Chicago, vos la estabas esperando con el ramo de flores, algo que le gustó mucho y la calmó. Se fueron a tu casa, vos se la mostraste y después la pasaron juntos en un encuentro bonito y romántico. Eso fue el domingo, que fue el único día que pasó contenta. El lunes fueron de compras al supermercado y después fueron a ver a una peluquera que se llama Sonia, creo, y ahí empezó todo. Mientras Sonia le cortaba el pelo, Ana le preguntó: “¿Conoces a Jim desde hace tiempo?” y la tal Sonia le dijo: “Sí, pero él sabe que tú tienes un pasado. Todos los que vienen aquí en busca de un futuro tienen un pasado que no los deja en paz”. Entonces Ana le preguntó: “¿A qué pasado te refieres?” y ella le contestó: “Tú sabes a lo que me refiero. Todos sabemos. Cuidate mucho, en este país hay mucha cosa que no conoces”. Esto tuvo que haberla afectado, ¿a quién no afectaría que le dijeran algo así? Pero no te dijo nada a vos cuando le preguntaste, lo más seguro que por miedo, aunque de verdad no sé por qué su condición todavía estaba latente.
Cuando regresaron a la casa, Ana ya iba alterada porque la decoración de tu casa le comenzó a parecer extraña. Dice que en la sala tenés un cuadro con un hombre en un balcón y que tiene la mirada fija en tu cuarto, o sea en el cuarto donde ustedes dos pasaron la noche de novios y el hombre vio todo desde su balcón. Te pidió que le dieras vuelta al cuadro y cuando lo volteaste vio que se llamaba “No es una pregunta, pero cómo decirlo de otro modo” o algo así. Ana te preguntó por qué ese título y vos alzaste los hombros como diciendo que no tenía mayor trascendencia. Ella interpretó tu respuesta de otra manera, como si la estuvieras evadiendo o quisieras ocultarle algo. Nos habló de otros cuadros de tu casa, uno de unas águilas con las garras abiertas y otro de un lago que en el agua tenía flotando cosas como sillas, barriles y mesas, como si un barco se hubiera hundido, pero el primero fue el que la impactó más y Ana ya no pudo deshacerse de los ojos rojos y penetrantes del hombre del balcón.
El martes fuiste a trabajar a las 4:00 p.m. Esa noche se suponía que ibas a regresar a la 1:00 a.m. y regresaste hasta las 3:00. Durante ese tiempo ella se asustó mucho, primero porque estaba sola y no llegabas, y segundo porque cuando encendió la televisión vio un programa que no tenía anuncios, pero que cada tanto la película se interrumpía y según ella en la pantalla aparecía un hombre parecido a vos amenazándola con una pistola. Trató de cambiar el canal con los varios controles remotos que tenés en tu casa pero lo único que logró fue encender el estéreo a todo volumen. Tampoco pudo apagar la televisión directamente en el aparato. Su último recurso fue desconectarla. Después de haberlo hecho pensó: “Jim quiere asustarme, esto no es un programa de televisión, esto es un video de él mismo disfrazado de vaquero”. Al ver que eran las 2:00 y vos no regresabas le entró el pánico, prendió todas las luces de la casa y trancó las puertas con muebles para que nadie se metiera en caso de que ella se quedara dormida. Dice Ana que en ese momento sintió con claridad un soplo caliente en la cara, cosa que interpretó como un acto de infundirle miedo por la nariz. Se amarró un pañuelo en la cara, agarró la Biblia que siempre carga con ella y con los nervios ya destrozados leyó cosas que había leído muchas veces pero que ahora no comprendía, la crucifixión y la resurrección de Cristo ya no eran las mismas. Pensando que alguien le había cambiado la Biblia, la cerró y la amarró con manila para que nadie la pudiera abrir o para que los monstruos que estaban dentro no pudieran salir, y la metió en el bolso de su abrigo. Ahí el miedo tuvo que habérsele multiplicado, porque después de sellar la Biblia bajó tus cuadros y los rasgó con un cuchillo de cocina, y también le cortó el cordón a la televisión y le puso chicle a los botones de los controles remotos.
Jim, el comportamiento de Ana tiene una explicación lógica. Nicaragua vivió 36 años bajo una dictadura militar y después 10 años con un régimen totalitario. Durante todos esos años murieron muchos hombres, niños, mujeres y ancianos. Todos los días en los periódicos salían fotos de baleados, que la guardia aquí, que los sandinistas allá, que las contra por allá. Vivir en un clima de terror a fuerza te enseña a desconfiar de la gente. Una se cansa de estar pendiente de que un día puede salir de su casa y no volver porque en el camino se le cruzó una bomba o una bala perdida. Si a mí a veces la situación me afecta, imaginate cómo se sentirá Ana, tan frágil que es. Me parece que en los Estados Unidos ella repitió lo vivido en años pasados, que ahora parecen viejos porque la situación ha cambiado un poco. La pobreza y los problemas sociales todavía existen y por eso el crimen aquí es arrecho, anoche precisamente malmataron a una pobre vecina por veinte míseros córdobas. Una no sabe por la apariencia física quiénes pueden ser peligrosos, y más aún con extranjeros. ¿Te acordás cuando vos viniste a Managua? Cuando saliste del aeropuerto se te acercaron unos chavalos para cargarte las maletas pero vos no quisiste porque desconfiabas. Yo entiendo perfectamente que es producto de gentes y lugares que no conocés. Después, al día siguiente, en la fiesta en la casa, ya platicabas un poquito, y al tercer día eras otro, parlanchín y simpático. Pero vos estuviste en Nicaragua más tiempo que Ana en los Estados y todos te mantuvimos al tanto de la situación, y alguien siempre te acompañó al hotel porque en Managua la cosa es así, aquí en la casa siempre hay gente y no estamos acostumbrados a estar solos. Ahora pensá en Ana: vos la dejaste sola desde el comienzo y eso la afectó, la famita que se gastan ustedes los gringos no es por nada. A esto sumale lo de los cuadros y la plática con la Sonia esa, y a fuerza se le tuvieron que alterar los nervios.
En fin, la cosa es que ese día martes (miércoles, porque ya era de madrugada) vos regresaste a las 3:00 a.m. y la puerta no la pudiste abrir porque estaba trancada con los muebles. Comenzaste a gritarle a Ana, hasta que ella apartó las cosas y te dejó entrar. Ella estaba hecha una loca y comenzó a insultarte. Ana nos contó que te costó calmarla; cuando por fin se tranquilizó fueron a buscar unos cigarrillos. Compraron un paquete de Winston; en el paquete ella vio la calcomanía de un águila volando con las garras abiertas, que también había visto en una de tus pinturas. Acordate que a esa hora Ana ya estaba muy alterada y asoció el águila con que la querían mutilar, y que no eras vos solo el que la quería asustar sino que todo el mundo, todos los Estados Unidos. Regresaron a la casa, platicaron un rato y después se acostaron, pero el único que durmió fuiste vos, presa del miedo Ana pasó la noche en vela pensando. Toda la noche se la pasó pensando y entonces se acordó que cuando ella llegó a Chicago, vos le habías dicho: “Por fin llegaste, Ana, nunca más te voy a dejar ir” o algo así, que al momento de la bienvenida fueron palabras de amor pero que esa noche para Ana se convirtieron en cadenas o en el primer paso de un plan macabro. Ahí fue que decidió que tenía que escapar a toda costa.
Para distraerte, al día siguiente, miércoles, se bañaron juntos e hicieron el amor. Si te acordás, Ana te preparó un almuerzo pesado y después de comer se volvieron a acostar y vos te quedaste dormido. Cuando te oyó roncar, se levantó, se puso el abrigo donde tenía la plata y la Biblia pero no sus papeles, esos los dejó para que vos no te dieras cuenta de que ya no regresaría. Ana pensó que lo mejor sería buscar la embajada de Nicaragua y decirles que quería regresarse pero que se le habían perdido los papeles. El problema era que esos días eran feriados por la semana de Acción de Gracias, que se celebra en todo el país, así que tenía que esperar hasta el lunes. Aquí en Managua nos averiguamos que Chicago no tiene consulado, hay que ver el tremendo error en que Ana había caído. De todos modos se fue de tu condominio, Jim. Estando afuera se dio cuenta de que todo el complejo de apartamentos estaba cercado; buscó y buscó y por fin logró escaparse por una zanja de aguas pluviales. Caminó sin rumbo fijo y sin saber cómo, se montó en una de esas rampas que dan a las autopistas tan grandes que tienen ustedes allá. Caminó en el bulevar o camellón enmedio de los carriles, entre todos esos carros que pasaban volados junto a ella. Presa del terror, Ana se sentó y, desesperada y enloquecida, comenzó a llorar como una niña. Al ratito llegó una radiopatrulla, los policías, viendo el estado en que estaba, le preguntaron bien suave que por qué estaba ahí, que podía tener un accidente y que se montara al carro de ellos, que la llevaban donde quisiera. En eso llegó otra patrulla y después otra, y después llegó la ambulancia y al rato estaba un montón de gente, sirenas, pistolas, luces, uniformes y walkie-talkies, y Ana salió disparada hacia la vía contraria, enmedio de todos esos carros que empezaron a frenar y a pitar, y el montón de policías corriendo también entre los carros detrás de ella. Se armó un tremendo relajo, y todo porque creo que Ana se sintió como en Nicaragua durante la guerra. Bueno, la cosa es que la lograron agarrar al otro lado de la carretera. Ella “cayó” presa, creyó que le iban a hacer algo y se defendió lo mejor que pudo a patadas y arañazos. Lo más raro de todo es que fue una señora que hablaba español la que terminó calmándola, diciéndole que la policía gringa no es como la de nuestros países. La calmaron, le dieron algo de tomar y después le comenzaron a hacer las preguntas normales: que de dónde era, que qué andaba haciendo por allí. Llorando, histérica, Ana les contestó que había llegado con visa de novia para casarse con un señor gringo bien buena gente y que no había hecho nada malo y que no había llegado a los Estados Unidos buscando trabajo ilegalmente porque ella en su país es ingeniera, sino que ella quería casarse y tener una familia. Al rato, como no había cometido ningún crimen, la tuvieron que soltar. La sacaron de la carretera y la dejaron en la calle, se fueron y ella quedó sola de nuevo.
Después, y todavía no he entendido muy bien cómo fue la cosa, ella pasó la noche en un bus. El chofer le preguntó que si andaba perdida, y Ana le dijo que no, sino que no tenía dónde pasar la noche. El chofer, muy amable, le dijo que podía quedarse en el bus si quería. Y pasaron platicando varias horas, yendo de arriba para abajo por toda la ciudad. Cuando terminó el turno del chofer, ella se bajó del bus y se metió a un restaurante. Le costaba caminar por el frío, y porque tenía los zapatos todos mojados por la nieve y la lluvia. En el restaurante pidió un vaso de agua. Viéndola tan asustada y temblorosa, los empleados también le trajeron un sándwich de jamón con queso, que ella no aceptó por desconfianza. Cuando vieron que no lo quería, le comenzaron a preguntar cosas, hablaron entre ellos como planeando algo, y ella, creyendo que querían atraparla, salió corriendo y caminó sin rumbo fijo por largo rato. En eso se le ocurrió agarrar un taxi, y le pidió al chofer que la llevara al aeropuerto. Él la llevó, pero Ana cree que no era el mismo que cuando llegó a Chicago. El taxista entonces le dijo que le parecía que ella no sabía lo que quería. Ella le contestó que quería ir a Nicaragua. El taxista le contestó que en Chicago no había una calle con ese nombre. Y Ruth le contestó que no era calle sino que un país de Centro América, y entonces el chofer le dijo que entonces donde quería ir era el aeropuerto internacional y se la llevó para allá pero ella tampoco reconoció ese aeropuerto. El taxista entonces le dijo que lo mejor sería llamar a la policía pero Ana le pidió que no y se bajó ahí mismo. Entonces fue que por fin decidió llamarte a vos, que le llevaste los papeles y le compraste el pasaje de vuelta.
Yo le pregunté a Ana que por qué no se había ido a un hotel. Me contestó que no quería gastar dinero porque no sabía cuánto le costaría el pasaje de regreso, y además porque no quería pasar la noche sola encerrada en un hotel. Pero imaginate la tensión de pasar la noche en la calle, con frío, sin tener a nadie en quien confiar. Gracias a Dios que no le pasó nada. Cuando llegaste al aeropuerto, el daño ya estaba hecho y fue entonces que te dijo que la quisiste asustar con la televisión y que querías aprovecharte de ella por su miedo y los problemas de nuestra familia. Lo último que te dijo fue que se regresaba a Nicaragua porque vos querías robarle la vida. Púchica, ya me imagino la cara que debiste haber puesto al escuchar semejante respuesta.
Jim, le dije a Ruth que debías estar sin entender, deprimido y solo. Discúlpala, Jim, por favor, discúlpanos a todos nosotros por lo vivido, en la casa todos sabemos que no tuviste intención de hacerle ningún daño. Ruth es así, entendé, pero es buena gente. Mi papa dice que le hablés para que platiquen con más calma y ver cómo resuelven el asunto. Por ahora, cualquier comunicación con Ana está descartada, mejor comunicate conmigo. Tenés que darte cuenta de que ella es una persona con problemas, de chiquita se comía la pintura de las paredes, se la pasa todo el tiempo leyendo los anuncios clasificados del periódico y a veces pasa días sin hablarle a nadie o hablando sola. Ella le dice a todo el mundo que es ingeniera y que nosotras somos científicas o doctoras, que tiene veintiséis años cuando tiene treinta y cinco, que habla, lee y escribe tres idiomas cuando con costo habla el español. Me tuve que sentar a explicarle que los Estados Unidos es como cualquier otro país pero diferente a su manera. Tuvimos que llamar una amiga que vivió allá para que le explicara que por el frío que hace allá la calefacción se prende automáticamente, y que eso sintió el soplo ése, pero es algo que se entiende porque aquí hace calor todo el tiempo. Lo de la televisión sin anuncios fue fácil explicárselo porque aquí también hay cable, aunque no sé por qué se le olvidó lo del control remoto. Yo creo que todo hubiera sido distinto si alguien de allá le hubiera dicho que vos eras excelente persona y que con vos ella iba a ser feliz. Tanta es la necesidad de Ana, que a veces toca explicarle las cosas con papelito y todo.
Ahora ella está bastante mejor porque un amigo médico le recetó unos calmantes. Hoy incluso me pidió la Biblia que se llevó para allá. Tuvimos que cortar la manila con un cuchillo para poder abrirla. En el Evangelio según San Juan encontró la crucifixión y la resurrección de Cristo donde siempre han estado. Comparó el pasaje con otra Biblia igual que tenemos aquí, y ahora no sabe por qué se asustó tanto. Ahora reconoce que vos no pudiste haber sabido nada de nada, ni que tenías intención de hacerle daño, lo que quiere decir que se está mejorando, pero me parece que van a pasar meses antes de que vuelva a ser la misma de antes.
Por favor mandale las cosas que se le quedaron. A ella ahorita hay que dejarla tranquila porque todavía está tensa. Pero también es importante que vos volvás a confiar, es importante que te desahogués porque eso de estar solo por tanto tiempo sólo lleva a la tristeza. Yo quisiera saber más sobre el cuadro que se llama "No es una pregunta pero cómo decirlo de otro modo". Contame sobre el cuadro, decime también sobre los hombrecitos ahogados y sobre cualquier otra cosa que querrás contarme. No creás, yo escucho bien y también me gusta recibir cartas de los amigos.
Mi mama te manda saludes, dice que no te preocupés que aquí resolvemos.
Escribime pronto.
Cuidate.
Rosa
P.D.: Muchas gracias, Francisco.
* * *
Mr. James Benson
Chicago
8.VII.96
Querido Jim:
Espero que al recibir la presente te encontrés bien de salud. Disculpa que no te haya contestado antes pero es que he estado muy ocupada. La verdad es que lo que me propusiste ya no me suena tan raro, aunque sigue siendo una decisión muy difícil. Mi papa cree que tuvo algo que ver porque según él un negocio es un negocio, pero, haya o no plata de por medio, lo que yo decida a fin de cuentas es asunto mío. Aquí todo se ha tranquilizado y Ana ya empezó a trabajar. Pero no por eso hay que precipitarse, porque ella no se ha recuperado completamente, y darle una noticia de este calibre puede provocar una recaída. Lo de tu viaje a Nicaragua está descartado por esa misma razón. Pienso que si me mandás un poco de plata sería mejor que yo fuera, no a Chicago sino que a Miami y después a Chicago, y ahí podemos platicar con más calma. Antes de decidirme me gustaría conocerte un poco más, conocer tu casa y de paso conocer los Estados Unidos, para ver si me gusta o si es como dicen que es. No sé, decime qué es lo que más te conviene. Pero date cuenta de que no soy quebradiza como Ana, no me ilusiono tan fácilmente. Vos tampoco deberías ilusionarte porque una no sabe qué piedras se va a encontrar en el camino, ya viste lo que pasó a ella. Me considero una mujer trabajadora y como viste, de no muy mal parecer. Por lo que he visto de tu comportamiento, me parece que sos bueno y considerado, y por eso podríamos llegar a algo. Para mí eso es suficiente, la gente se conoce conociéndose. En cosas del amor hay que ser práctica. Ahí no hay vuelta de hoja.
Escribime pronto.
Te quiere, Rosa.
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