Don Curro, el granjero, andaba muy preocupado por esos días, él como todas las mañanas se levantaba muy temprano, cuando aún era de noche, para ir a la granja, donde limpiaba los corrales y daba de comer a todos sus animales. Tenía un hermoso cerdo, un burro viejo pero bastante fuerte todavía, una oveja que daba una leche rica, rica, siete gallinas ponedoras y un pato que les hacía compañía, pero desde hacía varios días cuando Don Curro abría el cubo de maiz notaba que alguien se lo había comido, sospechaba de todos pero a nadie podía acusar pues no tenía ninguna prueba sobre quien podría ser el culpable:
- ¡Pero quién será el que se come mi maiz, a ver que salga el culpable y confiese!
Mas ningún animal levantaba su patita para confesar, así que decidió llamar uno por uno a todos sus animales. Primero vino el cochino, se sentó delante de Don Curro y éste le preguntó:
- ¿Cochino, has sido tú el que se come mi maiz?
Y el cochino le respondió:
- ¡Yoooooooooo noooooooooooooo! soy comilón y estoy tan gordito que no quepo por la puerta de la granja, además yo prefiero comer un poco de todo, yo creo que ha sido la oveja, pregúntale a ella.
- Ovejaaaaaaaaaa ven aquí - gritó Don Curro -
La oveja vino corriendo y se sentó delante del granjero.
- A ver oveja, dime la verdad, ¿has sido tú quién se comió el maiz?
- Don Curro yo no fui, prefiero comer la hierba fresca y la paja, aunque a veces coma un poco de grano, además Don Curro yo no sé abrir la puerta, beeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeehhh. Pregunta al pato, a él le gusta el maiz.
El granjero se puso las manos en la boca y gritó:
-¡ Patooooooooooooooooo vennnnnn !
El pequeño pato se acercó con sus andares torpes, se colocó delante de Don Curro y le dijo:
- ¿Qué quieres?
- Quiero saber si has sido tú quien se comió mi maiz.
- Yoooooooooo, pero si tú sabes que prefiero comer trigo, además yo soy muy bueno y obediente y jamás me comería el maiz que es de todos.
Entonces el granjero escuchó un ruido donde se encontraba el cubo de maiz, fue hasta allí y ¡sorpresa! alguien había estado comiendo maiz, el granjero muy enfadado se sentó a pensar como atrapar al ladrón del maiz y se le ocurrió tenderle una pequeña trampa, cogió un puñado de maiz y lo fue soltando poco a poco hasta la puerta de su casa, así podría capturar al ladrón, se escondió y esperó y esperó hasta que pasado un rato vio como un ratón iba por la fila de granos de maiz comiéndoselos uno a uno, cuando llegó a la puerta Don Curro saltó sobre él y lo cogió:
- ¡ Tú eres el ladrón ehhhhhhh, ahora me las vas a pagar!
- No me hagas daño que yo no soy malo - le dijo el ratón llorando -
- ¡Cómo que no eres malo, te comes mi maiz y le quitas alimento a mis animales! - dijo Don Curro muy enfadado -
- Te propongo un trato, tú me das maiz y yo te daré algo a cambio.
Don Curro rascándose la cabeza le dijo:
- No me engañes ratón porque tú no me puedes dar nada, en cambio el cochino me dará su carne, la oveja su leche, las gallinas sus huevos, y tú qué ehhh
El ratón se subió en la mesa y le dijo:
- Yo te cantaré y te bailaré todos los días para que te alegres y te diviertas.
El ratón comenzó a cantar y bailar, y lo hacía muy bien, Don curro comenzó a tocar las palmas y a reirse, se lo pasó tan bien que decidió dejarle una ración de maiz todos los dias a cambio de su arte. Así fue como Don Curro descubrió quien le robaba el maiz y como la granja se llenó de musica y baile para siempre.
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