Quisiera saber cómo un director de cine haría dentro de algunos años una película sobre el dictadorzuelo Augusto Pinochet, el mismo que, apoyado por Estados Unidos, un 11 de septiembre (no de 2001 sino de 1973) bombardeó el Palacio de la Moneda en Santiago de Chile, asesinó al presidente constitucional Salvador Allende y se alzó con el poder en el país austral.
Supongo que el director mencionará a la “demencia senil” que ha esgrimido Pinochet para eludir la justicia. O hará mención de los múltiples males que lo aquejan y lo tienen reducido a una silla de ruedas, lo que le impide exhibir la misma capa que utilizaba en los desfiles militares que encabezó en los 17 años de dictadura.
Tal vez muestre a los áulicos que hoy por hoy todavía rodean a Pinochet y que disfrutaron de las mieles del poder, con jugosos contratos que les permitieron abrir cuentas en dólares en los bancos suizos.
Pero eso es ficción. No los jugosos contratos, la capa del dictador, los miles de presos políticos, torturados, muertos, desaparecidos, exilados, sino la historia que imagino de un director de cine.
Como tampoco es ficción lo que incluye Oliver Hirschbiegel en la película “La caída” (Downfall), recientemente estrenada en Colombia. Con casi dos horas y 50 minutos de duración, la cinta muestra los últimos días de Hitler en el bunker donde se refugió en Berlín, luego de haber pretendido conquistar el mundo entero para garantizar el dominio de la raza aria sobre las demás razas, que consideraba inferiores.
Un patétito personaje con mal de Parkinson, una Eva Brown que persistía en organizar fiestas con champaña mientras el ejército soviético avanzaba en la contraofensiva luego de la frustrada invasión nazi a Rusia; un Goebbels que es testigo mudo del asesinato de los cinco hijos a manos de Magda, su fanática esposa; una niña que se inmola; unos oficiales que se suicidan más por soberbia que por honor, son algunos de los personajes de la película, en la que, al final, una dulce e ingenua secretaria de Hitler que estuvo cercana al poder en el que se tomaron genocidas decisiones, termina diciendo que no se enteró de nada.
Ojalá que el director que dentro de unos años haga una película sobre Pinochet, no encuentre a alguien que alegue demencia senil o que, simplemente, diga que no se enteró de nada.
Director: Oliver Hirschbiegel
Actor principal: Bruno Ganz (premio en el Bavarian Film Awards 2004 y nominado al European Film Awards 2004).
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