Ven esta noche, cuando todo sea silencio.
Y sin mediar palabra alguna,
abre mi pecho con un beso
para que de él salgan ciudades antiguas
y el rostro de mi padre muerto.
Arranca mi corazón y ponlo
entre una camelia y la lluvia.
Hace muchos años –aún por conocer-
que una tristeza de almíbar vierte su copa
en mis labios,
que una puerta cerrada ha perdido
su llave en el intervalo de mi sed.
Ven esta noche, cuando desnuda y lenta,
la sonrisa del otoño se extravíe
en mis temores
de hombre libre.
Cuando la luz y las tinieblas
se reconcilien.