Sentada en la cama con almohadas acomodándole la espalda, Paula leía una revista tranquilamente, la noche se empezaba a hacer presente y mañana debía levantarse muy temprano, pues le esperaba un duro día de trabajo.
Paula vivía sola, en una casa que había alquilado hace menos de un año, donde esperaba encontrar la independencia que buscaba.
Cerró la revista y apagó la luz, acomodó las almohadas, guardó la revista bajo la cama, cerró los ojos y cuando se disponía a dormir sintió que alguien golpeaba la puerta. Como tenía sueño decidió ignorarlo, pero se hacía más fuerte, parecía que iban a echar abajo aquella puerta. Decidió levantarse, medio dormida se pasó la mano por la cara, se sentó en la cama y mientras se recogía el cabello con un tomador se preguntó -¿quién será a estas horas?- sin decir palabra
La puerta no cesaba, y descalza fue a abrir. Dio las vueltas correspondientes a la llave metida en la chapa de la puerta y abrió molesta. Su sorpresa fue grande al descubrir que nadie tocaba, al principio lo halló como una broma de mal gusto, pero luego pensó que podría haber sido alguien que se había cansado de llamar. Volvió a cerrar la puerta, girando la llave dos veces. Bostezó y estiró los brazos, - en fin - se dijo y volteó. Una sombra se engrandecía tras ella, lo sentía. Volteó, y lo único que encontró fue una puerta, la que acababa de cerrar. |