Hacia demasiado frío aquella mañana, demasiado. Aunque la sensación térmica de los noticieros, la de las 8 de la mañana, marcaba que no habíamos llegado a los cero grados, su desconcierto era tal, su desgano, su sueño, y otra noche mal dormida como consecuencia de su arribo tardío a la casa que frecuenta cada miércoles.
Cuando se le cruzo aquello por la cabeza tuvo la necesidad de tirarse del micro en movimiento, salir eyectado de su asiento, dejar de contemplar el mamarracho dibujado en el asiento de enfrente donde María y Lucrecia sentenciaban su amistad X100 pre.
Se le ocurrió mientras el micro se había detenido en un semáforo, justo antes de cruzar y quizá como consecuencia de que acontecimiento, una pareja se peleaba y ella le daba a él un castañazo. Al ver la cara al tipo este, no se le hizo muy difícil poder llegar a encontrar algún motivo a la bofetada.
Podría haberse imaginado que el la había engañado con alguna de sus amigas, tal vez una de las mejores amigas. Por ahí se habrían enojado por alguna pavada y el dilapido la situación con algunas palabras hirientes merecedoras del correspondiente castigo. Tal vez fue ella quien le traiciono y tuvo el despecho de además fajarlo.
En ese momento hubiese cambiado sus pantalones por una hoja y un lápiz, al parecer ya tenia preparada buena parte de la historia que se le había venido a la mente para contar.
Entonces optó por no mirar mas a la calle y mirar mejor más alto, al cielo, por sobre los edificios, el cielo, quizás solidarizándose con el abofeteado tenia unas ganas tremendas de largarse a llorar.
-¿Tu no eres Rúben Garmendia?. Le dijo la buena moza que se le había sentado a su lado.
El viajero, no dejo de sorprenderse por la pregunta, pero tampoco pudo dejar de ser cautivado por esos enormes ojos negros.
- No, no soy. Respondió aun confundido.
- Perdona, te confundí con un compañero de la secundaria, de allá en mi pueblo que no he vuelto a ver en años.
- No, me llamo Gustavo y soy de aquí, pero es una pena no haberte conocido antes.
Ella le dijo como se llamaba y que estaba estudiando en la facultad. El le respondió que era un gusto y que hacia tres años que se había aburrido de la facultad y ambos se encontraron en una sonrisa.
Ella al final esa tarde seguiría un par de cuadras mas en el micro, el decidió dejar de escribir historias de otros y encarar la propia. |