Hablaban en voz baja. Los susurros a veces inaudibles se acompañaban de largos periodos de silencio. La oscuridad reinante posponía las miradas inquisidoras y las sustituía por hondos suspiros.
-Respondeme¡ - dijo una de las voces, era de mujer.
-Si pero, habla mas pasito, no ves que nos pueden encontrar- respondió otra voz, era de hombre
-Si, si ya se, pero me tienes que responder o si no grito.- Dijo ella decidida a cumplir con su amenaza.
-Esta bien- cedió la voz masculina- que quieres que te diga.
-Cuantas veces hemos estado en esta situación y tu nunca confiesas que la culpa es tuya, si estuvieras en otro lugar talvez alguno de los dos se podría salvar, pero tu insistes siempre en venir conmigo, y no entiendo para que, para que quieres estar aquí si no es conveniente.
-Te lo voy a decir pero te pido que bajes la voz... nos van a descubrir.- dijo él mientras bajaba aun mas la voz y hacia un gesto con las manos que ella no pudo ver.
En ese momento la conversación se interrumpió al oír los pasos que se acercaban a la puerta. Oyeron cómo las pisadas se hicieron silenciosas, imaginaron un caminar en la punta de los pies. No sabían ahora exactamente en donde podían estar y esperaban ansiosos el abrir repentino de la puerta. Los músculos se tensionaron, un abrazo que les supo a amor los acompaño en la espera, él le dijo: -Cuando abra, yo me lo tumbo y tu sales corriendo- Ella asintió.
Un sutil rugir del piso de madera les indico que estaba allí, cercano. Repentinamente un estruendo se oyó en el primer piso y los pasos se alejaron rápidos y violentos. Ambos descansaron complacidos y un suspiro se escapo de sus almas llevándose el miedo. Se soltaron lentamente rozándose hasta el final con la punta de los dedos.
-Bueno, bueno- dijo ella, susurrando- termina de contarme porque siempre quieres venir conmigo
-No es fácil decirte esto- respondió con tono de resignación- pero ya igual no puedo contenerlo mas, la razón es mas que obvia... es que yo te quiero, me gusta estar contigo, sentirte cerca, abrasarte, sentir tu respiración, tu me gustas mucho.
él se cubrió el rostro con las manos, pero ella no lo pudo ver.
-Tu también me gustas - se escucho una voz mas tenue que el susurro.
El destapó su rostro y buscó entre la oscuridad las palabras que acababa de escuchar.
-Me escuchaste?-pregunto ella - dije que tu también me gustas.
La otra voz se alegro tanto que no controlo su volumen y dejo escapar una risa,
-¡shiiii!- Dijo ella- llevándose el dedo índice a la boca.
Pero aquel dedo sintió unos labios perdidos que intentaban encontrar los suyos, el dedo se apartó cediendo su lugar y un beso tranquilo iluminó la oscuridad.
No se dieron cuenta de los pasos que se acercaron y abrieron las puertas, los ojos de su hermano se abrieron sorprendidos aunque a pesar del impacto no olvido correr hasta el primer piso, tocar la pared y gritar:
1,2,3 por Juana y mi hermano que están en el clóset.
|