Seguían colocando los votos en las urnas, uno tras otro, en una fila eterna que daba la vuelta tres veces al barrial. Por los alrededores solitarios danzaban alegres el polvo y el viento. Cercano, se sentía el mugir de las vacas y el relinchar de los caballos. Fue un tiempo de entera meditación. Las familias estuvieron aisladas durante la semana, pensando en la manera de resolver el problema. En vista de las muchas ideas que surgieron, las propuestas mas inteligentes y plausibles se sometieron a votación.

Los autores de los inventos tuvieron tres días para hacer campaña y convencer a sus compañeros de las virtudes de sus sugerencias y del acierto de sus proposiciones.

La familia Pigés se concentró en colgar pancartas alusivas a su modelo de microchip. Las anuncios estaban por doquier:

“Este es el aparatito de la salvación, un fenómeno de la tecnología que acabará con nuestros problemas, se aplica en el cerebro con una pequeña cirugía y controlará por siempre nuestra ansiedad, ¡garantizado!, vote por el Pigeschip, ¡lo conseguirá sin dietas, ni ejercicios!”

La familia Orondo promovía su propuesta vociferando, en cada esquina, las ventajas de su invento:

“No acabemos con la comunidad, no arriesguemos nuestra salud. Ofrecemos la pastilla totalmente natural, una después de cada comida y en menos de un mes podrán ver los resultados, esta garantizado. Si nos eligen recibirán un lindo video en donde aprenderán una rutina inmejorable para vencer nuestro problema de obesidad”

La familia Ortegona repartió manuscritos que explicaban:

“Orografía de nuestros problemas es la obesidad
Recuperar nuestra figura es mi prioridad
Tercos lo que creen que el problema es cerebral
Estúpidos aquellos que sugieren pastillas
Gordos no habrá mas con este invento tan genial
Ortegóna gimnasia pasiva les ayudara
No necesitas operarte ni ingerir nada mas,
Acostado sin moverte te ejercitaras.

Elige Ortegona y disfruta de sus beneficios, resultados en semanas, no meses, lo garantizamos”.

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Las votaciones siguieron hasta el anochecer, toda la comunidad estaba agotada y ansiosa de saber los resultados. Se inicio el conteo:

Familia Piges: 54 votos
Familia Orondo: 16 votos
Familia Ortegona: 30 votos

La familia Pigés celebró su victoria y se dispuso a repartir las citas lo mas rápido posible. El padre saltaba victorioso, mientras la madre atendía a los aspirantes...

En ese momento unas manos enormes atraparon al padre, un desorden incontrolable se apodero del chiquero, mientras todos gritaban desesperados:

- ¡oic-hip-oic-hip-oichip-oic-oic-oichip!