Tu presencia es como ver una magnolia blanca abriéndose en plena noche.
Haces sentir que el aire es una ráfaga de soles que se ponen entre los árboles, frente a las casas.
Por eso sé que cuando duermes no sabes que tu cuerpo tiene tanto que ver contigo, mientras tal vez sueñas, que eres café negro bajado de la estufa hace una hora, porque no se me ocurre que en tu vida alternativa seas más representativo que eso. Entonces sueño con contarte cuando te despiertes, que te pareces a la palabra tibio, y que es por eso que siempre hablas de soles y sueñas con frio.
Qué sabes tú, mientras estás siendo esa taza de café, que cuando te despiertes serás moreno, o blanco, o gordo, o flaco, como siempre, o que ahora mientras imagino que descansas sobre sábanas de rayas, me estás haciendo llorar cristales.
Sabes tanto y no sabes, mientras estas ahí con tu cuerpo inmóvil y tus ojos rápidos, que en un rato vas a despertar para ponerte las botas y te va a ser muy natural el acto ese de caminar, para alejarte o volver, a los lugares de los que siempre vuelves o te alejas.
Tampoco piensas en que anoche hablamos, hasta que se hizo necesario que no fuera noche y fuera hoy, ademas las palabras tenían sueño, y por eso te fuiste.
Porque a pesar de que hay días en que pareces todo un mundo alterno, nunca te puedes negar.
Y por eso es lindo tener esperanza de algo tan grande como que mañana te despertarás.
Que harás todas tus cosas con la simplicidad con que bostezas, sin tener idea de que de vez en cuando, a pesar de la vida, también me gusta pensar que vas caminando por un parque cualquiera a 17 grados C, sintiendo calor, porque no es posible que tus manos de luz te dejen tener frío. Y pensar que vas dudando con convicción eso de ser tú lo tibio, pensando que son ideas tuyas y tal vez maldiciendo los libros que te enseñaron la diferencia entre subjetivo y objetivo...y ergo te dé por pensar que nada de esto es real.
No sabes ni imaginas, que tus colores hacen alucinar a la gente, pero sobre todo hoy, a mi, y me hacen pensar además, en tus noches y tus aceras, en que tu ciudad es fría en ocasiones en que tus ojos también se llueven; pero tu corazón es un gran centro flamable
y tal vez por eso escampe en un segundo.
Hay muchas cosas que no sabes,
pero
sobre todas las cosas,
no sabes
y tampoco te diré,
que eres un cuarto azul en pleno verano
que no podrías ser frío aunque tu sonrisa se aburriera y tus ganas se cansaran,
o aunque la tarde se cayera y te diera todo flojera.
Porque aun si te fueras y parecieras hielo congelándome, yo te miraría con ojos de diamantes rotos mientras te vas, pensando que
también tus despedidas
son como una magnolia blanca.
|