De: Carlos Villasana
Enviado el: Lunes, 22 de Agosto de 2005 04:20:24 p.m.
Para: amantesolitaria@tristezas.com
Asunto: Aquí estoy
Niña solitaria:
Ayer te vi en la mesa contigua al baño de damas. Estabas leyendo El Túnel de Sábato. Seguramente estarás en el último año de escuela. Te veías bastante concentrada, Sábato tiene esa ventaja: cambia la vida de todo adolescente cuando, por obligación, debe leer semejante historia de cárcel, cuernos, desesperación y muerte.
Disculpa el atrevimiento. Jesús, el mesero, me contó que eras del club de cine de la esquina Dolores y Santa Rita. Me acerqué, me inscribí. Tuve que anotar mi dirección de correo en una lista de e-mails, para enviarnos las novedades de cada semana. Te llamas Consuelo Pérez, según Jesús, y tu nick es amantesolitaria, según la lista del club.
¿Por qué ese nick tan de mujer? Eres sólo una niña. Una página en blanco que grita con desespero pidiendo un garabato, una letra, un rayón. Eres una niña hermosa. Da miedo mirarte. Lo juro, da miedo. Porque mirarte es pensarte, es desearte, es perderse en la imposibilidad de tu piel intacta, de tus piernas largas, de tu cabello al vuelo del tiempo.
Y si ya estuvieras en la categoría de amante, qué envidia por aquel afortunado que osa con tatuarte de huellas y microbios y gotas de saliva malsana. Qué suerte la de aquel grandísimo malparido que se atreve a tocarte, a mirarte por más tiempo y más de cerca, que ha inspeccionado los secretos de tu oreja izquierda con su lengua.
Y si de amante ya estuvieras en el escalón de los solitarios… qué pena para el mundo desperdiciar esos ojos despiertos, curiosos, que sólo pueden inspirar tremendura y desequilibrio. Perderse de la melodía de tus piernas espabiladas y nerviosas, de tus dedos ya memorizados por las ganas de algún atrevido que pudo llegar hasta ti.
Mi niña solitaria, te miré, te noté, aspiré tu existencia y ya no puedo olvidar que naciste, que estás, que eres miembro del club de cine de la esquina Dolores y Santa Rita, que vas al café de la vuelta para acribillar a Sábato justo antes de tu control de lectura en la escuela, que cruzas las piernas con tanta destreza que pareces maestra de yoga, que estornudaste tres veces seguidas y se te escapó una lágrima, que tocas el violín y se te mojaron las partituras para aprenderte a Mozart con el café, que un mosquito se posó en tu hombro y luego no parabas de rascarte, que miraste a Jesús con cierto deseo pero él ni cuenta se dio, que tienes las piernas más lindas que he visto, que tienes las pestañas más largas del mundo, que cualquiera podría derretirse con tu aroma a nena esperando con ansias la mañana de Navidad, que tus ojos parecen verdes pero en realidad tienen el color de la miel, que te gusta echarle tres cucharaditas de azúcar al té, que no te gustaron las galletas de cortesía porque tenían pasas, que volteaste a mirarme y ni siquiera me notaste, que tus ojos recorrieron de punta a punta el lugar como si yo no existiera, porque me buscabas y no me encontraste. Porque me buscabas, lo sé.
Mi querida niña solitaria: Aquí estoy, aquí te espero. Soy sólo para ti.
Un abrazo, Carlos Villasana.
De: Consuelo Pérez
Enviado el: Miércoles, 24 de Agosto de 2005 09:15:13 a.m.
Para: carlitos@nostalgias.com
Asunto: (ninguno)
Lic. Carlos Villasana:
Ya sé todo sobre usted. Es profesor de Literatura de la Universidad Católica. Da clases en las facultades de ingeniería, filosofía, comunicación y sociología. Mínimo, tiene 60 años. Así que me parece una locura que me escriba todas esas cosas, que haya pasado tanto tiempo espiándome y que hasta se haya inscrito en ese club para adolescentes sólo para averiguar mi dirección de e-mail. Jesús me contó que nunca se ha casado. Con todo respeto, ya entiendo el por qué.
Le agradezco que nunca más vuelva a escribirme o le aviso a mi papá, que es abogado. Se metería en tremendo lío por tratar de seducir a una estudiante de la universidad ¿Entendió?
¡Hasta nunca!
Consuelo Pérez
P.D.: Es la tercera vez que leo El Túnel, así que sus habilidades de adivino dejan mucho qué desear. La leí en tercer año la primera vez, que es cuando nos la mandan para los controles de lectura. Pero amo a Sábato y por eso la vuelvo a leer. Ah, gracias por los cumplidos, pero me gradué hace unos dos años.
De: Consuelo Pérez
Enviado el: Viernes, 26 de Agosto de 2005 11:24:01 p.m.
Para: carlitos@nostalgias.com
Asunto: URGENTE!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Lic. Carlos Villasana:
Ayer me contaron en el club de cine que había sufrido un infarto. No puedo dejar de sentirme culpable. Lamento haber sido tan ruda con usted. Tiene que entender que no puede dar esas declaraciones así como así. Les pregunté a mis amigos de ingeniería y comunicación, y no saben nada de usted. La verdad es que lamento mucho todo esto, espero que se recupere pronto.
Un abrazo y, de nuevo, mil disculpas.
Consuelo Pérez.
De: Consuelo Pérez
Enviado el: Miércoles, 31 de Agosto de 2005 10:34:25 a.m.
Para: carlitos@nostalgias.com
Asunto: (ninguno)
Lic. Carlos Villasana:
En la cartelera de noticias en la facultad de sociología pusieron un anuncio donde dicen que usted se está mejorando. Me alegró mucho saberlo. No me ha respondido, supongo que no ha podido revisar sus mensajes. Espero que no esté molesto conmigo, ya le expliqué lo que pasó.
Es curioso… pero no dejo de pensar en usted. El sentimiento de culpa juega conmigo a su antojo. Tal vez podríamos hablar de Sábato tomando un café. Toco el violín, pero es un pasatiempo. Mozart no es mi favorito. Ahora estoy con Cortázar. Lo que más hago en mis ratos de ocio es leer.
Por favor, respóndame pronto.
Un beso,
Consuelo Pérez
De: Carlos Villasana
Enviado el: Domingo, 4 de septiembre de 2005 06:12:30 p.m.
Para: amantesolitaria@tristezas.com
Asunto: Sobreviviente
Niña arrepentida:
He leído mil veces sus mensajes. Ha sido la terapia más eficiente jamás conocida. No tenga miedo, sólo es un sentimiento platónico. En realidad, soy viudo. Nadie lo sabe. Irene murió hace mucho tiempo, poco después de casarnos. Por eso no le cuento a nadie sobre esa historia fallida antes de tiempo.
Me gustaría saber qué está leyendo de Cortázar. Espero que no sea Rayuela, no caiga en los lugares comunes de quienes se creen conocedores de la literatura. Enfóquense en sus cuentos, que son una maravilla. Podría comenzar con “La autopista del sur”, está en su libro Todos los fuegos del fuego .
Su sentido de lo fantástico es un viaje sin retorno. Ya se dará cuenta. Con toda la humildad del mundo, aquí le dejo un poema que ni siquiera se puede catalogar de hermoso, porque le queda pequeño el adjetivo:
BOLERO
Qué vanidad imaginar
que puedo darte todo, el amor y la dicha,
itinerarios, música, juguetes.
Es cierto que es así:
todo lo mío te lo doy, es cierto,
pero todo lo mío no te basta
como a mí no me basta que me des
todo lo tuyo.
Por eso no seremos nunca
la pareja perfecta, la tarjeta postal,
si no somos capaces de aceptar
que sólo en la aritmética
el dos nace del uno más el uno.
Por ahí un papelito
que solamente dice:
Siempre fuiste mi espejo,
quiero decir que para verme tenía que mirarte.
Y este fragmento:
La lenta máquina del desamor
los engranajes del reflujo
los cuerpos que abandonan las almohadas
las sábanas los besos
y de pie ante el espejo interrogándose
cada uno a sí mismo
ya no mirándose entre ellos
ya no desnudos para el otro
ya no te amo,
mi amor.
Sigo estando aquí, sobreviviendo
Carlos
P.D.: Espero que siga en pie la invitación a un café.
De: Consuelo Pérez
Enviado el: Lunes, 5 de septiembre de 2005 07:00:02 a.m.
Para: carlitos@nostalgias.com
Asunto: AFTER SUCH PLEASURES
Esta noche, buscando tu boca en otra boca,
casi creyéndolo, porque así de ciego es este río
que me tira en mujer y me sumerge entre sus párpados,
qué tristeza nadar al fin hacia la orilla del sopor
sabiendo que el placer es ese esclavo innoble
que acepta las monedas falsas, las circula sonriendo.
Anoche fui al cine con Jesús, finalmente se atrevió a mirarme. A tocarme y besarme también. No era una buena película. Pero llegué a casa y revisé mi correo. Entonces lo encontré allí. Y recordé ese poema de Cortázar, uno de mis favoritos.
No, no me gusta Rayuela. Sí, sigue en pie la invitación al café.
¿Cuándo?
Con ansias,
Consuelo
De: Carlos Villasana
Enviado el: Lunes, 5 de septiembre de 2005 08:19:05 a.m.
Para: amantesolitaria@tristezas.com
Asunto: Hoy a las 4:00 p.m.
Niña ansiosa:
A las cuatro de la tarde sería maravilloso podernos ver. Lamento por Jesús habérmele colado en sus pensamientos. Pero me alegro mucho por mí.
Carlos
De: Consuelo Pérez
Enviado el: Lunes, 5 de septiembre de 2005 09:05:31 a.m.
Para: carlitos@nostalgias.com
Asunto: Entonces, hoy a las 4:00 p.m.
Olvídese de Jesús. Estaré a las cuatro en la mesa contigua al baño de damas.
Consuelo
De: Carlos Villasana
Enviado el: Lunes, 5 de septiembre de 2005 10:29:30 p.m.
Para: amantesolitaria@tristezas.com
Asunto: Lo prometido
Niña solitaria:
EL NIÑO BUENO
No sabré desatarme los zapatos y dejar que la ciudad me muerda los pies
no me emborracharé bajo los puentes, no cometeré faltas de estilo.
Acepto este destino de camisas planchadas,
llego a tiempo a los cines, cedo mi asiento a las señoras.
El largo desarreglo de los sentidos me va mal. Opto
por el dentífrico y las toallas. Me vacuno.
Mira qué pobre amante, incapaz de meterse en una fuente
para traerte un pescadito rojo
bajo la rabia de gendarmes y niñeras.
Lindo mirarte y que me miraras. Que ya dejaras de buscarme. Que me encontraras. Que no te alarmaras ante mis canas, mis entradas, mis calvicies. Que me dijeras que te gustaban mis ojos azules, gastados, olvidados y enrojecidos por los años. Que comenzaras a tutearme, que me dieras permiso de tutearte y de tomarte la mano. Que me prometieras que ibas a leer a Benedetti, sólo para complacerme. Que rozaras sutilmente mi brazo, mientras te leía ese “Niño bueno” de Cortázar que te gustó tanto. Que me agradecieras haber sobrevivido, haber asistido a la cita, haber obviado por completo tu primera misiva.
Mi niña linda, ¿Qué tan felices pudimos haber sido? Tal vez si no fueras tan joven ni yo tan viejo. Tal vez si nos hubiésemos conocido antes. Tal vez si te atrajera, aunque fuera un poco, mis sueños añejos. Treinta y cinco años mi niña linda. Toda una vida de por medio. Un lote de almanaques que se nos van atravesando como aguerridos inviernos. Tantos años, mi niña linda. Pero no importa. Con tu amistad me basta. Sólo una sonrisa es suficiente para alegrarme la vida. No aspiro a nada más. Seré tu mejor amigo, tu confidente y confesor, tu consejero, tu administrador de utopías y de ideas recién nacidas.
Porque de tan sólo mirarte ya vuelvo a mirar con ilusión las batallas perdidas, las ganas enterradas, los recuerdos asesinados. A la vida misma. De tan sólo mirarte vuelvo a la vida. Y fue gracias a la sospecha de que alguna vez sería posible esta osadía, un golpetazo al corazón se quedó corto para condenarme a la deriva, a la despedida, a la retirada obligada.
Así que te espero mañana mi niña linda. En la mesa contigua al baño de damas.
Dulces sueños
Carlos
De: Consuelo Pérez
Enviado el: Martes, 6 de septiembre de 2005 05:19:27 p.m.
Para: carlitos@nostalgias.com
Asunto: (ninguno)
Querido Carlos:
Perdóname por no haber asistido a la cita. Mañana te explico. A la misma hora en la mesa contigua.
Besos
Tu niña
De: Consuelo Pérez
Enviado el: Miércoles, 7 de septiembre de 2005 06:18:18 p.m.
Para: carlitos@nostalgias.com
Asunto: URGENTE…
QUERIDO CARLOS:
¿POR QUÉ TE FUISTE TAN DE PRISA? No me dejaste explicar lo sucedido. Que mi familia me haya prohibido verte no significa que voy a renunciar a esta amistad maravillosa que en tan poco tiempo me ha enseñado tanto. Le conté a mi madre sobre nosotros porque siempre he confiado en ella. Jamás imaginé que iba a explotar de esa manera. Mucho menos que iba a contarle a mi padre.
No te preocupes querido amigo, mi padre estaba furioso cuando dijo lo que dijo. Sé que en sus cabales sería incapaz de ir a tu casa para enfrentarte. Es muy respetuoso de la propiedad privada. Además, le dejé muy claro que sólo somos amigos, que hablamos únicamente de literatura y que, además, me has aconsejado bien sobre mis problemas y desafíos.
Todo se va a calmar muy pronto. Entretanto, te seguiré esperando cada día a las cuatro de la tarde en la mesa contigua al baño de damas. Y si fallas, adelantaré La Tregua. Tenías razón, Benedetti es una delicia. A veces creo que tú y yo somos la reencarnación en vivo y directo de Laura Avellaneda y Martín Santomé. Sé que es una tontería, pero cada vez me recuerda más a nosotros, será por la diferencia de edad. En fin, en mi casa todo va a estar más tranquilo a partir de esta noche. Jesús va a cenar para conocer a mis padres. Así sabrán que lo nuestro va más allá de cualquier tentación superficial. Sé que nunca me pondrías una mano encima. Sé cuánto valoras nuestra amistad.
Un beso grande, muy grande
Consuelo
De: Consuelo Pérez
Enviado el: Miércoles, 14 de septiembre de 2005 05:31:45 a.m.
Para: carlitos@nostalgias.com
Asunto: URGENTE!!!!!!!
Carlos:
Ya ha pasado una semana exactamente. No has regresado al café. No me has vuelto a escribir. No has regresado a dar clases en la universidad. Dicen que todavía estás de reposo. Pero sé que hay algo más ¿Qué fue lo que te molestó? ¿Qué te hice? ¿Es mi culpa acaso? Se supone que nuestra amistad está basada en la confianza y en la honestidad. Deberías decirme de una buena vez qué diablos sucede contigo. Al menos eso.
Me preocupa que no estés en tu casa. Conseguí por la secretaria de la facultad de comunicación tu número telefónico y la dirección de tu casa. He llamado. He tocado el timbre. Nada. No apareces. Nadie sabe nada de ti. Te esfumaste así de repente. Ha pasado una semana y yo esperando, revisando mi correo cada media hora, anhelando una respuesta tuya. Es de muy mal gusto que después de todo lo hablado, después de tantas conversaciones maravillosas, después de tanta literatura y confesiones, te hayas olvidado de mí sin explicación alguna.
Jesús anda molesto conmigo, dice que me preocupo demasiado por ti. Creo que te tiene celos. Dice que me estoy enamorando de un viejo que podría ser mi padre, al que conozco muy poco. Sólo sé que estoy sufriendo y es por ti, por tu silencio, por tu ausencia, por tu desaparición. Sé que eres un hombre muy especial. Aunque algo extraño. Nunca antes me había acercado tanto a alguien que me llevara una pila de años. En fin, si ya no quieres ser mi amigo… dímelo y te dejo tranquilo.
En todo caso, cuídate mucho por favor. Se te quiere por estos lados de la caótica esfera.
Consuelo
P.D.: Hoy día voy a la playa con la china, mi mejor amiga de la universidad. Por eso he madrugado. En el caso de que te animes ir a la cafetería, ya sabes por qué no voy a estar allí. La china dice que cambiar de aire me hará bien ¿Tú qué crees?
De: Consuelo Pérez
Enviado el: Jueves, 15 de septiembre de 2005 10:00:00 p.m.
Para: carlitos@nostalgias.com
Asunto: ¡Ya no más!
Carlos:
Eres un ingrato. Sí ¡Ingrato de mierda! De regreso pasé por la cafetería para encontrarme con Jesús. Íbamos al cine. Íbamos. Estuviste allí, en nuestra mesa contigua al baño de damas, con un libro gigantesco de Benedetti, leyéndole poemas a una tal Laura de la facultad de ingeniería. Alumna tuya, parece. Y muy rubia y muy bonita y con tremendos ojos azules como los tuyos y muy risueña, según Jesús. Te tomó la mano y hasta soltó una que otra lágrima mientras le recitabas. Lágrimas de cocodrilo, seguramente. Nadie puede escucharte con tanta atención. Sólo yo ¿Entiendes? Sólo yo. Cuando pediste la cuenta le guiñaste el ojo a Jesús. El muy idiota se estaba riendo cuando me dijo: “El viejo tuvo suerte esta noche”.
¿Qué hiciste? ¿Te acostaste con ella? ¿Qué tan inteligente puede ser? ¿Qué tan buena conversación puedes mantener con ella? ¿Ha leído a Sábato, a Cortázar? Los ingenieros sólo saben de números, nada más ¿Cómo te puede gustar alguien así?
Si esto te hace sentir mejor, quiero que sepas que ni siquiera pude ir al cine. Me descompuso demasiado imaginarte con otra, con una patética científica con grandes tetas. Ya entiendo por qué desapareciste.
En fin, ojalá y haya sido, al menos, un buen polvo. Disfruta de tu “buena suerte”.
Adiós
Consuelo
De: Carlos Villasana
Enviado el: Viernes, 16 de septiembre de 2005 09:31:55 a.m.
Para: amantesolitaria@tristezas.com
Asunto: Des-Consuelo
Niña enojada:
¡Qué de iras las que te han invadido! No, no estoy molesto contigo. No, no has hecho nada malo. Y no, no me he olvidado de ti.
Bueno… es mejor ser sincero contigo. Mi niña linda, lo de Laura fue algo imprevisto. Simplemente me la encontré. Fue casualidad. Si quieres llamar a ese encuentro una noche de suerte, bien por ti. Me da igual. Sólo cuerpo. Sólo sudor. Sólo adrenalina caducada y falluca. Tú siempre serás mi alumna extra-curricular favorita. Nadie me escucha mejor que tú, nadie me roza el brazo mejor que tú, nadie recita a Cortázar mejor que tú.
Es obvio que estás celosa de la otra chica. No, no es alumna mía. Me conoce por su hermano, que pasó por una de mis aulas el año pasado. Era pésimo estudiante. Y aunque ella estudia ingeniería (y entiendo que tienes tu teoría muy clara sobre los ingenieros), sabe mucho de literatura. Escribe poemas y cuentos. Me pidió asesoría porque quiere entrar a un concurso el mes próximo. Te confieso que no lo hace muy bien, debería dedicarse sólo a leer, a sumar y restar.
No te puedo mentir. Consuelo, desde que te vi aquella tarde en la cafetería, quedé impregnado de tu aroma, de tus pecas, de tus gestos, de tu manera de rascarte y estornudar, de la dulzura con la que tus dedos pasan las páginas, de tu amor exacerbado hacia Sábato (que no es uno de mis favoritos), de tu destreza para revolver las cucharaditas de azúcar en el té. Y aunque “impregnado” es un lugar tan común, tan común, que hasta me apena escribirlo, sólo lo puedo describir así. No poder sacarte de mi mente. No dejar de pensar en ti. No dejar de imaginarte conmigo, de la mano, intercambiando secretos en silencio, enredando nuestros cuerpos, nuestras lenguas y lenguajes.
Consuelo, está más que claro lo que quieres de mí. Un buen amigo, un consejero, un confidente. Te dije alguna vez que me conformaba con eso. Pero no. Te mentí. Nos mentí a ambos. Quiero desnudarte con la violencia de los colibríes, amarte hasta quedar tendido sobre la cama sin aliento, recorrer cada palmo de tu graciosa figura con mis años y mis arrugas, devorarte. Devorarte. Sí, devorarte. Laura fue sólo el escape de mis utopías en huelga de hambre. Tú eres feliz con Jesús, un chico de tu edad, con tu juventud, de esos que puedes llevar a tu casa sin tarjeta de presentación. Yo no quepo en esa historia, no hay lugar para mí en tus sueños o anhelos, en tu destino irremediable que te ha signado tu familia, tu sociedad, tú misma.
La noticia de Jesús cenando con tus padres me entristeció mucho. Más de lo esperado. Mucho más de la cuenta. Muchísimo más de lo debido. Así que me fui unos días a la costa, tengo una casa allá. Me reuní con los amigos de infancia, nos tomamos unos tragos, cantamos al son de un par de borracheras. Aproveché para retomar la literatura. Escribí algunas cosas que podrían tener futuro. Luego me sentí mal de salud, supongo que por los excesos necesarios para sacarte de mí. Excesos inútiles, además. El médico me extendió, con el sermón respectivo, el reposo para asegurar mi total recuperación. Pero ya mi corazón no es el mismo, mi niña linda. Cada día firma una nueva rendición. Los años me están ganando la pelea.
Tal vez pudiéramos vernos, como siempre, donde siempre y a la hora de siempre.
Avísame.
Tu viejito moribundo,
Carlos
De: Carlos Villasana
Enviado el: Sábado, 17 de septiembre de 2005 05:58:01 p.m.
Para: amantesolitaria@tristezas.com
Asunto: Vida después de la vida
Consuelo, amor mío:
¡Por poco y me causas otro infarto! Niña hermosa, te vi y la muerte me resopló en el oído. Me dijo: “Ahora sí, ven”. Y luché, luché con todas mis fuerzas para no dejarme llevar, para no fluir con ese llamado entre penumbras, para no desistir justo ahora que sobran las razones para la resistencia. Estabas preciosa ¿Te vestiste así para mí? Sería muy difícil creer tanta dedicación para este pobre viejo al filo del olvido. Porque me siento aún más viejo. Porque tu juventud abruma con la fuerza de una estampida de mariposas. Al verme llegar, sonreíste. Una sonrisa infinitamente generosa, rebosante de ansías y felonías. Me odiaste por lo de Laura, pero te veías tan feliz en la mesa contigua al baño de damas, que la tregua fue tácita e inminente.
Y me preguntaste si todavía me gustabas. Qué tonta eres. No te lo dije, pero llevo días enamorado de ti. Tan viejo y tan enamorado. Tan canoso, senil, débil, de salida, despidiéndome a cada instante, repleto de arrugas y achaques, pero tan enamorado de ti. Qué común. Qué repetido. Qué desgastado. Pero igual enamorado. Loco por ti. Enloquecido totalmente por tus piernas cruzadas listas para la meditación. Enloquecido totalmente por tu risa tímida y siniestra, por tus ojos de color miel, escondiéndose a cada rato dando muestras de timidez. Por tu cabello que poco a poco se iba soltando, revelando mechones rebelados. Por ti y tus manos diminutas. Por tus tres pecas al lado izquierdo de la nariz. Por tu aroma benevolente y malévolo. Por la historia que acabamos de comenzar a escribir.
Sí, enamorado. Aterrado también ¿Y si sólo son los celos típicos de las adolescentes como tú? ¿Si sólo es grito desesperado por un poco de atención? No lo soportaría. Me rozaste la pierna con tu rodilla. Me tomaste la mano. Sonreías con tanta malicia ¿Será cierto? ¿Todo esto será correspondido por ti, niña linda? ¿Habrá esperanza al final de la partida?
Sí, enamorado ¿Y tú?
Carlos
De: Consuelo Pérez
Enviado el: Sábado, 17 de septiembre de 2005 06:02:55 p.m.
Para: carlitos@nostalgias.com
Asunto: También
Mañana nos vemos en tu casa a la hora de siempre. Cambiemos de escenario, no quiero que Jesús sospeche. Él es el pretexto perfecto para que mis padres se queden tranquilos.
Ya no más mesa contigua…
Consuelo
P.D.: … Yo también.
De: Consuelo Pérez
Enviado el: Domingo, 18 de septiembre de 2005 07:09:23 p.m.
Para: carlitos@nostalgias.com
Asunto: ¿Ahora qué?
Carlos:
Creí que serías más comprensivo ante mi situación. Creí, sencillamente, que sería distinto. Qué serías distinto. Que tendrías la paciencia de quien acecha a una presa desapercibida. Que comprenderías le miedo, el nerviosismo, la cobardía. La vergüenza. Así se supone que debe ser el amor. Eso es lo que dicen los poemas que me leíste, que me hiciste leer, que escribiste pensando en mí.
¿Y ahora qué? Iracundo me echaste de tu casa ¿Por qué?
Consuelo
De: Carlos Villasana
Enviado el: Domingo, 18 de septiembre de 2005 07:24:45 p.m.
Para: amantesolitaria@tristezas.com
Asunto: (ninguno)
Niña linda:
La resequedad de mis manos no tiene derecho a tocarte. Nunca llegué a sospechar que esa sería tu primera vez. Tienes tantos años a la espera, tantos hombres que pasarán por ti. No pude y no puedo ser el primero. Jamás me lo perdonaría.
Es cierto que te amo. Olvídate de mí. Déjame recordarte así, sentada, leyendo a Sábato en la mesa contigua al baño de damas. Al menos permíteme la pureza de esa imagen. Sólo quiero recordarte intacta.
Comprende algo: No fue la ira. La vergüenza era mía. Atreverme a tanto, llegar tan lejos, estar al borde del agravio, del ultraje. Me queda muy poca vida para darte y a ti demasiada vida para desperdiciarla en mí.
No pude, simplemente no pude tocarte. Así que olvídate de mí. Sigue leyendo a Cortázar, es el más sano de los ejercicios. Y no abandones a Benedetti, es perfecto para los ratos de desamor.
Ahora sí, me voy.
Carlos |