Esta historia que voy a narrar es una historia real, en ninguna de mis palabras existe el más mínimo viso de ficción...pero sí está colmada de un hondo dolor.
Nací en un clan muy unido, los padres de mis abuelos dirigían aún los pasos de la familia. Todos vivíamos juntos: bisabuelos, abuelos, padres, hermanos, hermanas, tíos, tías, primos y primas compartíamos el territorio que habíamos ocupado por tres generaciones. Nuestra vida se desenvolvía como la de todas las familias, crecía aceleradamente, pero el alimento abundaba.
Sin embargo, un día cuya fecha no quiero recordar, cuando todos dormíamos, ocurrió la hecatombe. Dos gigantes que multiplicaban mil veces nuestra estatura aparecieron de repente destruyéndolo todo.
La zozobra invadió todos los rincones de nuestro hogar. Corríamos arrastrados por el instinto de supervivencia de un lado para otro, cada uno trataba de salvarse a sí mismo; tuve que ver como mi prima Candy fue aplastada debajo del pie del gigante más grande...yo era el siguiente... pero pude esconderme en un recodo del terreno. La furia destructora de las criaturas gigantes no se detenía: uno a uno los seres que amaba caían muertos, inermes.
No contentos con su crimen, llenos de sevicia, se armaron con unos extraños aparatos que con sus manos impulsaban contra nosotros, parecía que no habría escondite posible. Y cuando pensamos que el oprobio no podría ser peor se abalanzaron hacia nuestro territorio y lo rociaron con un misterioso gas que consumía nuestra piel e inundaba nuestro cuerpo, los últimos sobrevivientes de la masacre perecían lentamente.
Cuando ya había perdido la esperanza de sobrevivir, fui tocado por el cielo: me vi al lado de nuestra alberca, me lancé y allí espere hasta que pasó el peligro. Ni los pies, ni las manos, ni los gases de los gigantes me alcanzaron, por eso estoy hoy aquí contándole a usted esta historia.
Aun no me explico como logré sobrevivir, tal vez Dios me tenía reservada para dar testimonio de la masacre. De mi linaje sólo quedo yo y a partir de mí espero reconstruir mi clan. Esa es mí historia, una anónima cucaracha que conoció el horror.
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