Para Octavio Paz la ruptura es la forma privilegiada del cambio. En donde se da una radical y creativa ruptura de las formas imperantes, las tradicionales, sólo para dar paso a una nueva. Una novedosa heterogenidad polémica que contradice a la tradición discursiva. Esta ruptura abarca el cambio de los antiguos valores de la tradición negándolos. Incluso negando la misma ruptura de tradición pues lo moderno se caracteriza por una autosuficiencia que funda su propia tradición.

El modernismo es concebido como la resolución que interrumpe la continuidad del curso histórico y cultural, para criticarlo e incluso para criticarse a sí mismo. Es, pues, así que el modernismo, definido como tal, está presente en muchas épocas de la historia y no es uno sólo. Se le encuentra en diferentes períodos donde el tránsito histórico cultural encuentra inesperado desvío de su itinerario.

Muchos modernismos a lo largo de la historia enriquecieron el caudal cultural universal. Basta citar la Ilustración y el Renacimiento para confirmar el gran giro que se menciona. Rico en nuevas formas, nuevo estilo, nuevas artes, nuevas técnicas que a largo plazo provocará un giro conceptual e ideológico. Un nuevo pensamiento que dirigirá a la humanidad.

Pensamientos con pies de paloma dirigen el mundo
cantaba Friedrich Nietzsche.

Pocos, muy pocos, son los iluminados que escuchan dentro de sí las voces de un peculiar dictado. Dictado que les invita a pasear hacia los confines del paraíso absoluto e inalcanzable. Y sólo justificada por esta noble causa de búsqueda sin cesar es que el paraíso deberá ser constantemente convocado. El paraíso anhelado, de vez en cuando, se acercará, por pocos segundos. Luego se escabullirá de las manos caprichosamente y se alejará. Luego regresará otra vez y se volverá a alejar. Una vez más y mil más. Trayendo consigo cada vez nuevas sensaciones que impresionarán y obsesionarán más y más los ya excitados sentidos del iluminado. El estado de éxtasis será muy corto. Precozmente una eyaculación de ideas fulgurantes fertilizarán el cerebro enriqueciéndolo vigorosamente, dosificándolo de exóticos nutrientes que lo mantendrán en vida. Vida en mayúsculas, como debe de ser.

Son pocos aquéllos que reciben cada momento la voz inmutable que les guiará hacia la trascendencia y la eternidad. Son pocos ellos quienes revolucionarán el mundo y su transcurso en búsqueda de tocar el paraíso que les seduce. Dulce paraíso que les atrae con la fuerza que la miel a las abejas. La fuerza con la que atrae el óvulo al espermatozoide. Con la que es atraída la Vía Láctea hacia la expansión.

Y sólo gracias a su virtud es que podrá encontrar en el camino a una masa dispuesta a sumirse dócilmente bajo su dominio. A pastorear al rebaño hacia la ruptura de la historia. Y siglos de siglos cederán paso a una nueva vertiente que iluminará el porvenir de los pueblos. Son pocos aquéllos quienes cambiarán la luz solar hacia un nuevo amarillo.

El poeta es un pequeño dios.