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Su persecución

Corría como solo quien ha sido perseguido sabe correr, lo amenazaba una sombra difusa que ganaba cada vez más espacio en lo que veía, corría sudando gotas pálidas, no quería mirar atrás pero lo hacía porque su mente siempre fue más débil que su espíritu.
No se acuerda a ciencia cierta cuándo empezó a correr, pero sabe que fue hace mucho tiempo, por poca cosa, una simple historia mínima sobre sí mismo, pero esa sombra creció y se hizo incontenible, desde ese momento no dejó de correr buscando un destino de luz con un pasado lleno de oscuridad.
Sus piernas querían ceder, los músculos estaban rojos y la sangre estaba a punto de brotar por sus poros, cada nueva palabra lo hacía correr más rápido y sentirse peor. Su boca reseca, muerta, sus labios azules y pálidos por un frío que se adeñuaba de su sudado cuerpo.
Quería parar de correr, pero nunca había podido, siempre perdía consigo mismo, cada muro para descansar él lo convertía en una pared para atravesar, y cada pared llevaba a una nueva pared, y la sombra lo seguía cada vez más de cerca y se mostraba cada vez más definida.
Un día paró de correr, se tiró tendido en el negro y estuvo así mucho tiempo, estaba bien consigo mismo, la sombra se sentó cerca de él, mirándolo con una mirada perdida en él, acechándolo, esperando su oportunidad, y él no le falló, estaba condenado a correr y siguió haciéndolo, era el peso de su condena, lo hecho hecho está le dijeron, y él lo tenía como su condena, cada vez más muerto, más seco, más frío.

En un momento estaba corriendo tan rápido que sus músculos cedieron, la sangre finalmente se le escapó del cuero, una sangre negruzca y espesa que corrió por el piso y se fundió con él, su cuerpo empezó a perder velocidad, la sombra lo alcanzaría en cualquier momento, no solo lo sentía, lo sabía con certeza, entonces se arrodilló esperando de frente a su hora.
Vio su cuerpo por un momento, estaba completamente desgastado por el paso del tiempo, por la cantidad de capas que había dejado tiradas y por los litros de sudor, de lágrimas y finalmente de sangre que había dejado atrás.
La sombra se paró a escasos metros de él, mirándolo fijamente, y él no emitió sonido, ésta empezó a caminar lentamente hacia él y fue volviéndose cada vez menos difusa a los ojos de su presa, la cual lo miraba con ojos desgastados apenas abiertos, paso a paso la sombra se fue haciendo menor, y más miedo sentía él, hasta que se encontraron a centímetros el uno del otro, ahí la sombra se mostró tal cual era.
Era él mismo, él como solía ser, él como siempre fue, él completamente blanco, vio entonces en los ojos de si mismo en lo que se había convertido, en una ficción, en un montón de historias sin conexión con él, una vida que no había vivido contada por alguien que nunca quiso ser, sin sentido ni unidad, con historias por encima de otras historias y con contradicciones que lo habían hecho cada vez más perdido.
Y vio entonces como se había perdido a sí mismo, frente a sus ojos se vio difundido en lo negro, en el aire y las paredes que lo rodeaban, formó parte de los muros y las paredes, se convirtió en la oscuridad que siempre fue, y cuando se dio cuenta de esto, comenzó a buscar ser lo que era, buscarlo con tantas ganas que empezó a perseguirse, a perseguir su ser...

Texto agregado el 24-08-2005, y leído por 138 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
29-08-2005 Algo cíclico. Algo contradictorio. Todos somos un poco así y llevamos un yo enemigo de uno mismo al que le escapamos o simplemente dejamos que nos aplaste con masoquismo, permitiendo que se lleve el autoestima. Las estrellas por esto son para tu yo inicial, verdadero, al que espero que no le corras. Me aparezco en tu casilla de correo en un ratito. No demoro. Saludos Iemanja
 
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