En este día las horas vuelan,
se revuelcan en el lodo de los hábitos,
los pensamientos se pasean
endebles de un lado de la cama
corriendo luego hacia el otro.

Es el día de quitarnos el disfraz del cuerpo,
nos despegamos de las ropas,
nos unimos en la piel ajena.
Húmedos de nuestros vientres
juntamos nuestros labios y mordemos
con grandes bocanadas el cuello,
hartos de contactos y dolores placenteros.

Las miradas, una dentro de la otra,
se perforan para entenderse sin perder
el hilo de las desveladas y pasiones.
Con un solo día en el bolsillo
nos acurrucamos sin inhibiciones
junto al espejo para mirarnos
desnudamente las palabras.

El corazón gustoso late con las frases
de las manos en la espalda,
la voz malabarea entre sabanas
deteniendo en segundos el viento,
para bebernos las gotas dulces del sudor.

Sin prestar atención los minutos soslayan
con gran agonía dentro del espacio carnal,
con un sencillo beso despedimos el alma
retiramos de los labios los restos de saliva,
limpiamos los poros con servilletas bordadas
con cabellos las migajas de piel.

Cómodamente nos despedimos del día,
encontramos por último, el aliento latente
del gustoso pasado fronterizo por los besos
llenos de frío y mordidas aterradoras,
este es el día para desfilar tocando agradables
cuerdas de los roces añejados en olvidos.