Gracias Nínive por las correcciones
(El desarrollo es en si mismo algo noble y grandioso. Pero la ciencia y la tecnología son hermanas ciegas con respecto a múltiples valores. La Política convertida en instrumento del Poder solitario torna el destino humano en borrascoso y oscuro. Si Maquiavelo naciera hoy sería probable que juzgase a su obra “El Príncipe” como a a un escrito para bebés de pecho).
I.-
Al pie de unas Montañas Blancas, en el Hemisferio Sur, se recostaba una aldea. Dentro de la profusión de altísimas ciudades del planeta, era la única existente, sin nombre. Pues para que éste exista se necesita alteridad. En una remota época habrá tenido nombre; quizás los aldeanos lo recuerden. Pero nunca lo sabremos.
Durante el día, hombres, mujeres y niños cultivaban papas y maíz en largos invernaderos, pues el planeta era gélido. En las modestas casas almorzaban cuando el sol caía a pique. Al atardecer llamas y vicuñas eran encerradas en esas viviendas y los aldeanos, presurosos, se recogían en el regazo de las Montañas. Profundas cuevas, sus hogares, los reparaban del frío.
Sentados alrededor de un fuego viviente –con su respiradero y chimenea- narraban historias, cuentos y leyendas; luego guitarras, quenas, canto y baile.
II.-
Las ciudades estaban lejos.
El planeta Tierra había logrado por fin un fantástico desarrollo donde todos eran uno. Habían arrojado al espacio vacío las diferencias. ¡Todas! La ciencia y la tecnología habían logrado la maravillosa creación biológica del unisex con la doble función y gozo; intercambio, según el deseo, previa planificación racional.
El Poder en la navecilla terránea era único, así como también el lenguaje y todo discurso esencial. Durante un milenio por necesidad había tenido que ser despótico y cruel. Guerras por aquí, guerras mas allá; en el norte, sur, este y oeste. Pero salió triunfante. Llegó la Paz, la Prosperidad y la Igualdad, sin diferencias de ninguna índole.
El Poder conocía todos los movimientos de los aldeanos al pie de las Montañas Blancas. Tenía registrado cómo se reproducían, sus cantos, bailes, el extraño fuego, la primitiva tecnología del cultivo.
III.-
El Poder no pudo descifrar un solo de estos seres de antaño: su idioma. El lenguaje axiomático de la nueva era, sencillo y unívoco, no les permitía develar aquellos signos complejísimos del pasado.
Como en apariencia los aldeanos eran inofensivos los toleró. Los científicos del lenguaje, después de muchos años de estudio, se rindieron. La lengua axiomática no generaba poesía ni canto. Lo más parecido que hallaron a aquel inextricable idioma primitivo, fueron sus juegos de música Logical, compuesta por ingeniosas deducciones circulares. Pero nada más.
Este punto indescifrable resultaba un agujero negro que podría devorarlo todo. Era absolutamente imposible prever lo que podrían hacer con las palabras. Terrible para esa racionalidad perfecta.
Los medios de comunicación anunciaron al Planeta con detalles precisos que las Montañas Blancas del Hemisferio Sur habían sido aplanadas. Por allí ahora corre un manso río.
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