Leyenda inventada por: Uriel López Guillén
Tanta era la ilusión de casarse de Rosalina que buscó afanosamente agradar a los pobladores de Tacámbaro, Michoacán. Se vistió con sus mejores galas: blusa blanca y enaguas de color naranja a la usanza de aquel tiempo, labios pintados al color de sus enaguas y el cabello trenzado por listones de varios colores.
Dispuesta salió a pasear a la plaza del lugar. Era un día domingo y los puestos empezaban a abarrotar aquella plaza color cantera. Las nubes parecían bajar a saludar a los árboles de pino y encino que aún quedaban por aquel lugar y la brisa acariciaba las mejillas coloradas de aquella hermosa joven.
No faltaba el piropo de uno que otro galán, sólo que nadie se animaba a acercarse a la muchacha por temor a su padre del cual se decía que era un asesino bajado de la sierra y que a veces, hasta mataba por puro placer.
Y como no tener miedo de Rosalío, si tenía su cara marcada de lado a lado. Un canal surcaba ambos cachetes y la falta de los dientes de enfrente lo hacían aún más feroz.
Sólo que ese día parecía que estaba a favor de Rosalinda. Llegó un fuereño de esos de los que bajan a traer quesos, panelas y jocoque los días domingo y este la invitó a bailar a la laguna, a lo que la muchacha accedió sin reparar en las amenazas del gruñón de su padre que siempre le decía: “ Si te veo con alguien, los mato a los dos” “ Tú debes de quedarte para cuidarnos a mí y a tu madre hasta nuestros últimos días”.
No pensó tan siquiera por un momento en negarse, ya que desde hace tiempo rogaba a Dios encontrar a un hombre que la comprendiera y era el momento esperado, lo que tanto había anhelado.
Enfilaron hacia la laguna montados en el caballo del fuereño y tanto era el deseo de casarse de Rosalina que al pasar por una tienda, le pidió a Ramón que le comprara un vestido de novia y el joven así lo hizo, entendiendo que ella quería casarse con él.
Rosalina nunca pensó que aquel incidente la llevaría a un desenlace fatal. Compraron el vestido en una tienda llamada “ La Fama”. Era un vestido hermoso, más blanco que la nieve glacial y que hacía contraste con la ingenuidad de aquella doncella.
Buscaron al párroco del lugar, sin embargo; éste no quiso casarlos, ya que temía a Don Rosalío, por lo tanto le pidió a Rosalina que no se casara con el fuereño hasta que consultara a su papá.
La joven desobedeció, llevándose puesto su vestido y al galán por un lado. Se acercó a la imagen del Señor crucificado y le dijo: “ Ante ti, nos declaramos casados, ya que nadie nos quiere casar”. Posteriormente salieron y se fueron a la laguna.
Al llegar a ese lugar, empezaron a bailar y a ella, no se le ocurrió quitarse el vestido blanco, ya que se sentía muy dichosa con él. Sin embargo, al paso del día, ya había varias personas tomadas y a uno de los borrachos se le antojó bailar con Rosalina, la cual no accedió y éste se molestó bastante que sacó su revolver y mató a Ramón, e inmediatamente se llevó a Rosalina para el monte y abusó una y otra vez de ella y después la dejó ahí abandonada.
Con su vestido de novia todo enlodado y hecho tirones enfiló hacia la laguna, ya tenía pensado que hacer. Con mucho valor y sin pensarlo más se metió al precioso estanque el cual parecía esperarla con los brazos abiertos. Ahí quedó la joven de blanco.
A los pocos días un cuerpo flotaba. Fue visto por los pescadores del lugar. Era el de Rosalina, pero no presentaba deformación alguna y se dibujaba una sonrisa en sus labios.
Los paseantes que suelen ir los domingos a ese lugar y que a veces se les hace tarde, aseguran que han visto a una mujer vestida de blanco, flotando en aquella verde laguna y que una ocasión, a un joven se le ocurrió meterse a tratar de ayudar a aquella muchacha y que al llegar a ella lo sacudió un remolino que lo llevó hasta el fondo, quedando atrapado por unas raíces y muriendo instantáneamente.
Otros comentan que a veces han escuchado gritos desgarradores cerca del pozo de arena que está a un lado de la laguna de Tacámbaro, y al ir a ver, de lejos observan a una joven con su vestido blanco, desgarrado y enlodado, y al pretender acercarse, la figura se desvanece con una estrepitosa carcajada.
Ojalá, algún día quisieras acompañarme a ese lugar tan lleno de misterio y de verdad, encontremos a Rosalina para rezar un rosario por ella, pidiendo por su descanso, ya que ella es, la mujer de blanco.
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