En estos vai-venes había hombres que sabían: científicos del sol y científicos de la noche. Leían las tormentas, los eclipses y las fases de la luna como el sexo entre dos mundos que usualmente no se tocan. Durante esos raros momentos buscaban indicios de las manifestaciones del Dios, del creador de todas las cosas, y procuraban obedecer su voluntad.
Locura habría sido lo contrario. Quien cree a través de la sospecha, dispone los ojos a la percepción y la intensidad de la creencia y la profundidad de la percepción pueden redundar en la desaparición del mundo y en el encuentro con el Dios.

A través del conocimiento de los Astros, los científicos conocieron las fechas y muchos supieron que en las mismas fechas, ningún fenómeno se manifiesta de la misma manera. Y quedaron atentos. Olvidaron las fechas e intensificaron su atención.