El lugar era distinto. Por supuesto: distinto a todo lo conocido y, como soy lo conocido o, por lo menos, lo conocido por mí, porque de eso me he hecho, no sabía lo que podía esperar. Un fuerte abrazo quizá, un abrazo amoroso, pero lo que recibí fue una herida. Algo que jamás fui capaz de entender. Y, ahora, debido a la herida, hasta el deseo del abrazo lo veo mal. así de profunda es mi herida. Pero sé que es por ello que estoy aquí.

Me explicaré de manera más clara: me hirió de muerte y después cayó junto a mí y comenzó a demostrarme que podía morir más que yo (que él sabía más de esas cosas pués). y su muerte contínua y profunda me mantenía a raya de mi propia muerte. Es debido a su muerte constante que me voy curando lentamente de mi propia herida. ¿Hubiera aceptado el abrazo? No lo sé: Él era estático y yo me movía. Creo que le asustó mi velocidad o quizás su manera de darme la bienvenida es algo más compleja de lo que pensé. Creo entender a estas alturas que él sólamente es capaz de abrazar aquello que es igual a él. Como estamos constituidos de materias distintas (yo me comparo al plomo, él al gas) no pudo aceptar el abrazo sin exigir la transformación.

Creo haber sido convencida de que con el implulso de mi abrazo lo hubiera traspasado o (porque conozco mi fuerza) hubiera terminado por abrazarme sólamente a mí (debido a una substancia que se desaparece capaz de demostrarme que estoy aquí y no que estoy allá en donde se suponía que estaba). Empequeñezco, puede ser que él haya cometido un error o que se hubiese asustado o que le gustase su soledad. puede ser tambien que le hubiese gustado demostrarme algo, aunque sea su error.