La razón tal vez sea el descontento, el sentimiento ese que tiñe la plástica de la realidad con colores irreales que son un mundo, porque son un sentido retorcido de las cosas; porque, si ese retorcimiento es la realidad aceptada como tal, entonces yo soy la única cuerda considerada como la más loca de todo este cuento.

La Armadura en el corredor se deshace de a pedazos con mis pasos en el momento exacto en el que paso a su lado... demasiados pasos, quizás. Cada trozo de metal utilizado para defensa o para ataque; para defenderse del ataque de los locos o para atacar a los locos cuando se hallen indefensos, están barridos en el piso contando sus posiciones en el campo de batalla, retorcidos, algunos están retorcidos como coches de batallas destruidos o como cuerpos en la muerte, como cadáveres lejanos barridos en el campo de batalla.

El castillo construido finalmente: pura labor de latigazos en las espaldas ensangrentadas, secuestrados vuestros jefes, ahoras seréis nuestros esclavos, y ese mar azul de allá ya no será más el lugar de vuestro esparcimiento sino el depósito de vuestros cadáveres mutilados.

Frías las piedras del corredor paralizado como una estatua en el tiempo; todo se lee porque todo suda la tortura... demasiadas cámaras destinadas para ello como cárceles en dictaduras proclaman la parálisis de un lugar de locura en el tiempo..., la razón tal vez sea el descontento.