Finalmente he alcanzado mi concepto. Tuve sí, un tiempo ideal en donde este se expresaba libremente en su totalidad, pero contenía en sí vibraciones que iban más allá que las de este mundo, del mismo tiempo en donde podía expresarse.. Posee mi concepto más tiempo que el que contiene el mundo en donde este apareció. Y ello me ocurre todo el tiempo.

En un mundo en donde todo se reduce porque todo se está reduciendo, mi concepto opta por separarse de mí y vivir en partes en mi exterior dejándome sólamente con el brillo suficiente para mantenerme lo que se conoce como vivo.

Son movimientos propios de todo concepto: el concepto se altera sin dejar de ser sí mismo, según las altas o las bajas presiones en las cuales se encuentra. Es decir: que si cambia de forma, que si aparentemente sufre una alteración no es porque el concepto haya cambiado o haya sufrido una alteración; el concepto únicamente se modifica a sí mismo para hallar una mejor adaptación y acomodación en un otro estado de cosas sin por ello haberse cambiado en lo más mínimo como concepto.

Poseo forma humana, todos quienes escriben la poseen, pero existen conceptos para los cuales el acoplaje a un estado de cosas ideal significa el derretimiento de la máscara humana. Llevado ma su tiempo el concepto no es humano. Pero presumiblemente (aquello que puede ser presumido) sólo en lo humano el concepto puede actuar como concepto. Fuera de lo humano o, de cualquier lugar en donde el concepto actúe como concepto, el concepto, lo más seguro es que se halle en su medio ambiente natural o - siempre existe la posibilidad -, puede darse el caso de que el concepto que cesa de serlo por hallarse en su medio ambiente natural, sea devorado, deglutido, por algún ser extraño y extranjero que pasa entonces a ser el concepto de lo que alguna vez, en tierras bajas, llegó a estar consciente de su propio fenómeno como concepto.