Si deseas elevar un nivel que se halla por debajo del nivel del suelo. debes hundirte, tal como los atlas a un nivel aún más bajo.

Si pretendes elevar un nivel convirtiéndote en la Luz, no pasarás de ser un mártir, lo que sae conoce también como un cordero.

Si la región en la que habitas se halla en un grupo por debajo del suelo y tú tienes Luz, húndete a dos grados por debajo del suelo. Verás los cambios efectivamente a través de la putrefactio de tu luz (voz). Es mejor arrancarse ambos ojos y actuar a ciegas antes de ser un rey con dos ojos en tierras de tuertos. (La putrefactio dará gradualmente la oportunidad del nacimiento del ojo que no saben que ameritan).

La sal alquímica surge de la carne putrefactia de quien se niega a ser objeto de exibicionismos. Mediante la dura negativa ocurre el hundimiento ameritado en las regiones violasdas por los azares de la historia. Es un descenso ad inferos, a lo inferior de a aquello de lo que la superficie surge y es preciso ser completamente cisgo, negarse a ver, arrancarse ambos ojos... entonces ellos te rodean y, para no perderlos, más vale que no los veas... que no confies en las formas que los ojos otorgan.

El engaño de la luz sólo sirvió para demostrar lo absurdo de todo mesianismo, para señalar con una cruz su camino sin salida. El sdímbolo copntinúa allí en pie: Ése cadaver es Dios (quien no ve a Dios ve la estaca clavada en el corazón vampiro de la Tierra)... como tal lo adoramos, pero no nos damos cuenta. Continuamos aferrados a un mesianismo en donde el símbolo de un cadaver torturado es ya la respuesta. Ciegos, adoran sin saber qué es lo que adoran.