Sentado en la terraza de un café, frente al parque, dejando pasar los minutos para que llegaras, se me acercó una señora. Viejita, arrugada, pequeña...de pelo blanco, más blanco que las perlas de su collar, y de unos ojos azules, serenos, que no podré olvidar.
Al principio no supe qué quería de mi, si necesitaba ayuda, orientación o, quizás, algo de dinero. Pero sin yo preguntarle nada...me dijo:
"Cuando yo era más joven, también solía sentarme en un café, frente al parque, y fumar un cigarro...pero de los buenos. Usted debe saber, joven, que yo crecí en Veracruz y sé lo que es un buen cigarro. Llegué a Veracruz a los 5 años, ahí me dejaron mis papás, huyendo de la infamia que se vivía en nuestro país... Yo crecí en Veracruz, frente al mar y los barcos marcaron mi vida.
"Me casé con un marinero mexicano, muy al pesar de mi hermano el mayor que, decía, quería lo mejor para mi... Pero pronto enviudé, ¿sabe usted, joven? Mi marido se parecía a usted, igual de guapo... La herencia fue un barco, enorme...muy grande. Bueno, sólo grande...porque podía uster ver la punta y la bandera. Como era mio, quise manejarlo...pero pensé que se hundía, así que dejé el timón en manos del timonel, que es quien debe...
"Tiene usted sus mismos ojos, joven...
Después decidí vender el barco, ¿para qué iba a quererlo yo?
Yo nunca más regresé a la tierra donde nací, apenas la recuerdo...sólo me quedan algunas canciones, algunas palabras e imágenes vagas que no acabo de entender...
"La guerra es lo peor ¿sabe? Ojalá nunca más nadie tenga que saber qué es eso... ¿Está usted casado, joven?"
Con una sonrisa le mostré mi anillo, tu anillo...
"¡Cómo no iba a estarlo!...con lo hermoso que es... A mi edad, ya no me da pena decir que algo es hermoso cuando realmente lo es... Creo que he aprendido a ser feliz... Y usted también debe serlo, tiene la obligación de hacer de sus ojos una mirada feliz...Tiene la obligación de cuidarse, de querer, de disfrutar de la vida..."
La señora me cautivó con sus ojos llenos del mar de Veracruz, con sus palabras serenas llenas de vida... "Sí, señora, soy feliz y voy a serlo más; se lo prometo..." fue lo único que supe decirle...
"Yo vivo por aquí, muy cerquita... espero volver a verle..."
Me despedí de ella con la sonrisa que ella dibujó en mi cara...Terminé el café, apagué el cigarro...y llegaste.
Sí soy feliz, amor, mucho, siempre...y más contigo. La señora me lo recordó... |