Solía ser uno de esos días que no suelen ser, me encontraba solo, conmigo mismo, atraído por la nada del todo. Era una tarde densa, el aire tenia peso y el ambiente se me hacia difuso, mi entorno estaba invadido por arboles frondosos y muertos, tan muertos como mi alma, como el alma de una piedra; lo único que me cuestionaba era como había llegado a ese lugar. A ese hermoso lugar.
Sentía que el cielo me observaba, trataba de contarme cosas, de susurrarme. Seguí avanzando hacia ningún lugar, me sentía atrapado por la libertad de ser libre, sentía que podía fundirme con el viento y hacerle el amor hasta morir en vida.
De súbito un canto divino abofeteo el silencio de mis oídos, Allí estaba, entre la espesura del bosque, era un sueño, era una mujer, su imagen llegaba a intervalos, mis ojos temblaron de miedo al verla, desde ese momento mis dudas sobre la existencia de Dios perdían importancia; estaba danzando, sus dulces movimientos se fundían con el frágil matiz del viento, estaba embelesado con su arte, con su todo; su cabello sucumbía a la voluntad de la belleza, sentía que nadaba en el mar de mis ojos, todo en esa tarde se baño de sosiego.
Moría desde mi esquina, sentía desfallecer lentamente mi ser; necesitaba pasar el resto de mi vida observándola, pero por otro lado quería poseerla, hacerla mía. Sentía su olor, era almizcle con rosas, una hermosa combinación de especias, o no se que era. El aire soplaba a paso de tortuga y en el, el aroma de ella.
Su rostro era níveo, sus ojos un paraíso, un viaje sin regreso, un placer infinito, un orgasmo eterno; la sonrisa en su rostro estaba esculpida por el cincel de la perfección, su cuerpo dibujado por manos divinas y su baile sumergido en el mar de lo perpetuo. Vestía un largo traje color azul, semejante a las olas de un mar en calma.
De repente un leve movimiento fue suficiente para enviarme al abismo, Sus soles abordaron los míos, el cielo se ilumino de oscuridad, y con una solemnidad de diosa levanto su frágil mano y me señalo muy dulcemente, sentí que una flecha me atravesaba, mire a mi alrededor guardando la esperanza de saber que era conmigo, me acerque muy sutilmente a su esfera, el corazón se me salió del pecho siempre, todo era lento muy lento. Sus brazos se abrieron a mi como un amanecer, luego me abrazo con fuerza, era fría como la nieve, como la tarde, como mi vida; levanto su mirada hacia mi y de sus ojos se desprendió una lagrima de cristal, el ambiente se torno gris y humedecido, sus ojos eran lo mas bello que jamas había visto, llenos de misterio, de vida, de muerte.
Sus labios expresaron algo mudo, luego me tatuó un beso de pasión, la bese hasta vivir, luego pose mis manos en su cuerpo frágil, también era frío, mis dedos temblaban de nervios, no sabia quien era, no se quien es, no se que es. Deslice mis labios por su dulce cuello y baje a su relieve, acaricie la cumbre con mis prodigiosos dedos, me deslice hasta la gloria, desgastaba su piel con mi boca, atravesé colinas y montañas como enloquecido, como poseído, estaba vivo, por primera vez lo sentía, el frío me quemaba por dentro. Ella esbozaba sollozos inaudibles, su aliento se tornaba tibio en mi regazo, el viento cabalgaba feroz, los arboles cantaban, caían rosas del cielo, las nubes bailaban, ella y yo sumidos al unísono en un canto de placer, de desenfreno, el tiempo corría aterrorizado, todo en el ambiente estaba desinhibido, sentía que me perdía en ella, me perdí en ella, llegue a lugares impensables, toque las cuerdas armoniosas del cielo.
Nos fundimos en un segundo sin final, explotamos al mundo en pedazos...
Silencio.
El todo callo, el silencio se apodero del espacio, la muerte se robo la vida.
Ella se desmayo, cayo como la hoja de un árbol al vacío, sus ojos se apagaron para siempre, su vida se extinguió.
Luego me levante de mis frías sabanas bañado en un mar de sudor, y baje a tomar un poco de agua, pense en lo difícil que es soñar cosas como esas.
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