Decían por ahí…


Madre llama con sus estruendos a jóvenes cautivos
ellos responden, sus hijos, con sus alientos perdidos.
Cuatro hijos, cuatro hermanos juegan con el destino
Mirando hacia su origen, observando su final

Entre palabra y palabra escondido en sus bolsillos
una bocanada de aire alegre, que adormece sus pupilas
lleva a los hermanos su olvidada felicidad
compartiendo este viento de verano, sin hacer caso a los demás.

Los brazos de madre se retiran confiados
dejan con ternura lo que ellos han creado
Los jóvenes hipnotizados hablan sin mover labios
Se entregan a los aromas del fuego elevado.

Llama leve en sus labios, aroma dulce en sus órganos<
corazones y pulmones agitados, cerebros sincronizados
Entre besos lejanos de su madre, entre besos cercanos de hermanos
no hay sentidos que trabajen, sólo sueños desorientados

Entre el calor de sus cuerpos y la fría voz de madre
el aroma de sus sueños vence a un cerebro rendido
caen bajo el cielo sus cabezas agotadas
oscureciendo la neblina de la noche de un suspiro

Ahora madre talla palabras en sus mentes,
les hace encontrar sus sueños perdidos
y explotando sus brazos con dulzura
equilibra los sueños y pesadillas

Confusos los jóvenes despiertan del breve letargo
huyen agradecidos de los brazos de su madre
recordando la piedad y el amor
que tiene como fruto el destino

Ahora añoran los susurros que durmieron sus miembros
hablan de los brazos que jugaron con sus cuerpos
recuerdan su mirada enternecida
retuercen sus ojos plagados de lágrimas.

Y rememoran con aquellos aromas
visitando su furia quebrada
limpiando sus besos salados
demostrando el amor no encontrado.