También la bóveda celeste se derrumba
en inmundos despojos alados
que atraviesan negras nubes
en busca de hermanos que ya vagan
en procesión perpetua.
Alaridos insanos reparten locura
en un cielo cubierto de seres quiméricos,
antaño bendecidos.
Sedientos de venganza divina
destruyen la cordura de todo aquél
que entona sus cantos infernales.
Mi grito carente de sensatez
atrae rostros enajenados
a la espera de una orden impúdica...
-Grandioso espectáculo me ofrecéis
necróticos perfectos, Helicón os pertenece,
no tardad en oscurecer
sus paredes providenciales.
Texto agregado el 22-08-2005, y leído por 112
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