Había una vez un hombre desesperado por conocer su verdadero valor y por entender, cuál era la cuantía en la complicada jungla de su vida.

Aterrizaba con su obsesión hasta en su inconciencia, con la sensación de no llegar a la jerarquía de hombre vivo.... ¡Le faltaba el amor! Y no concebía tenerlo sin confundirse.

En unos de esos tantos días, en que la vida enciende sus pícaros movimientos del destino para salpicarnos con interesantes segmentos de sorpresa, se le apareció un ángel en un sueño premonitorio y le dijo:

.-Mírate bien y define que es lo deseas en tu vida. Mira a tu alrededor y planea tu futuro, Escucha el susurro del destino y coquetea con él y sobre todo, recibe con amor al mismo amor!.- el hombre se estremeció un poco pero se repuso y con tranquilidad siguió escuchando con atención.

.-Se debe tener prudencia en el amor, porque se lastima al corazón si es manipulado con impericia, porque así sufrirá el mejor de los amantes, cuanto peor la tuviere. Solo te hará daño cuando sin alentarlo lo retengas y sin terreno lo cultives.-el ángel repiqueteaba cautivador.-Si logras retenerlo con el mejor de los alientos y lo cultivas en el mejor de los terrenos, no habrá trincheras ni murallas que intercedan en el camino hacia tu felicidad!.-

El hombre enrarecido por la emoción, comprendió que para medir su valor, tan solo tenía que pesar lo que tenía sin el amor merodeando y el resultado fué: ¡Nada!, nada.....¡Solo nada!

Convencido de que sin amor no hay lugar para vivir, despertó encendido de ambiciones y esperanzas y se pactó ser feliz para siempre, convidando al amor para que lo acompañase y ese mismo amor....¡Prometió acompañarlo para siempre!