LEYENDAS
SIN TIEMPO… SIN LUGAR

Desde siempre los humanos han intentado darle algún tipo de explicación a lo que no entienden… darle respuesta a problemas que nunca serán resueltos. En mi vida, me he encontrado con personas que han vivido solamente para aclarar los grandes misterios de la existencia humana… y ninguno ha logrado jamás explicar siquiera el motivo de su propia vida.

Me reí cuando Albert Einstein dijo -"fue la experiencia del misterio combinada con el miedo lo que engendró la religión" y reí aun más cuando agrego - "la experiencia más hermosa que tenemos a nuestro alcance es el misterio. Es la emoción fundamental que está en la cuna del verdadero arte y de la verdadera ciencia. El que no la conozca y no pueda ya admirarse, y no pueda ya asombrarse ni maravillarse, está como muerto y tiene los ojos nublados"

Nunca nadie ha visto al mundo así… nunca nadie lo ha vivido… como yo. La historia que contare no la ubicaré en alguna línea de tiempo… en algún lugar… no tiene caso. Si me atreviera a citar algún periodo de la historia en la cual pudiera a atreverme a encasillar esta historia, podría excluir algún detalle… algún detalle que a la postre resultaría vital.

Hace casi quinientos años, cuando era un chiquillo, mi padre me dijo que no había tenido la gracia suficiente para nacer en una casa decente… una casa siquiera digna… nací entre la pobreza de una familia humilde… miserable. El hambre y las carencias eran como una pared más de aquella casa hecha de madera; mi padre la había construido con sus propias manos, nos decía esto con un orgullo propio de un padre que no había tenido el suficiente dinero para haberle pagado a alguien más.

Crecí en algún lugar de Europa, en un pueblo a las orilla de un río que no merece ser nombrado. Pase una niñez y adolescencia junto a otros niños igual de pobres que yo. En innumerables ocasiones quise salir huyendo de esa vida pero nunca vi la oportunidad de hacerlo. Y así pase veintitrés años de mi vida… sin escapar… sin vivir… llegue a pensar que mi vida entera la pasaría al lado de caballos, vacas y un sin fin de animales de granja; creía que nunca escaparía… hasta aquel día.

Casi amanecía y mi padre me había enviado a traer agua desde el pozo. Estaba oscuro, una oscuridad que parecía no tener fin pero que perdía terreno al aparecer los primeros rayos de sol; aun así, la neblina propia de la época y lugar luchaba con garras para ganarle terreno al sol. Escuche el llanto de un niño al otro lado de la arboleda, le gritaba a su madre con una fuerza suficiente para haber despertado al pueblo entero… y sin embargo, nadie asomo siquiera la cabeza para ver que pasaba… ni siquiera su padre.

Ya varios niños y adolescentes habían sido atacados por lobos… al menos eso se decía en el pueblo… pero sus cuerpos… su cuerpos jamás fueron encontrados. No le encontraba sentido a que los lobos se llevaran el cuerpo entero de su victima… ni siquiera el por que atacaban estando tan cerca las casas con sus fogatas y luces. Nunca había puesto atención en aquello pero de tiempo en tiempo, desaparecían un par de niños en el pueblo. No había velorios… ni siquiera se escuchaba el llanto de sus madres. Nunca le di importancia al por que de repente dejaban de ir al campo a trabajar los jóvenes, me imaginaba que al fin habían escapado de sus casas en busca de un mejor vivir… nunca me imagine la verdadera causa de aquella desaparición… hasta que yo mismo desaparecí.

Al escuchar los gritos de un segundo niño comencé a correr hacia el… le grite a mi padre para que saliera, tomara el rifle y me acompañara; pero el parecía no escuchar. Nunca en mi corta vida había corrido como aquel día…nunca me habían enviado tan temprano a sacar el agua del pozo. Por un instante creí que lo lograba… creí que lograría llegar con aquel niño y ahuyentar a aquel lobo que se habría acercado de mas a su casa sin mayores problemas pero… estaba tan equivocado.


Al llegar con el niño me encontré ante algo que jamás en mi vida había visto… algo que recordaría por el resto de mi miserable y podrida vida, si es que se les pudiera llamar así.

Ante el niño, se encontraba una mujer… sabia que era mujer solamente por su silueta que se alcanzaba a ver a través de aquella niebla espesa… densa.
En ese instante no logre distinguir rasgo alguno; no le podía ver siquiera su rostro pues estaba cubierta por el velo de aquella capa que traía encima, la capa era roja… de un rojo ardiente que aun en aquella escasa luz se dejaba ver. Poso sus ojos en los míos, volteo su rostro hacia mí. Todo mi cuerpo se convulsiono al sentirla sobre mi… jamás me di cuenta de que caminara, ni siquiera de que se hubiese movido; en aquel momento me pareció que hubiese volado, que hubiese levantado del suelo son algún tipo de encantamiento maligno. Con increíble facilidad me tumbo sobre el pastizal, sus ojos… esos ojos de color gris azulados me observaron con tanto detenimiento que pareciera estar hurgando en mi interior, buscando mis mejor escondidos miedos. Su cara era tan blanca y perfecta como la porcelana que mi madre tanto veía en aquella tienda enorme de la ciudad. Sus mejillas se tornaban de un color rojizo muy tenue, pero que lograba resaltar por encima de aquel color blanquecino de su rostro que las enmarcaban de una manera tan majestuosamente hermosa.

Si en algo puse especial atención, fue en sus labios… esos labios eran los mas rojos y perfectos que he visto a lo largo de cinco siglos. Jamás hube encontrado unos labios como aquellos… tan perfectamente delineados… unos labios de los cuales quede prendado en ese mismo instante. No sabia que pensar… que sentir… mi mente daba vueltas y buscaba fuerzas en mis brazos para deshacerme de aquella mujer que parecía tener la fuerza de veinte hombres pero la delicadeza de una Rosa. Nunca más pude liberarme de aquella prisión de oro… nunca.

Sentí de pronto sus labios en mi cuello… en lo que parecía un candente beso… un beso de muerte pues después de aquello… jamás supe si continué vivo o en ese mismo instante volví a nacer.

- Eres hermoso- Dijo ella con una voz que se mantenía bailando entre la dulzura de un lamento y la ternura de un suspiro. Era la primera vez que escuchaba una voz tan exquisita… una voz que no se olvida a lo largo del paso de cinco centurias.

Mi padre había muerto aquella noche. Había salido a defender a su único hijo y había solo encontrado la muerte; una muerte espantosa… su cabeza se encontró a varios metros de su cuerpo… arrancada de un solo golpe por lo que hasta ese entonces, pensamos que hubo sido una espada.

De lo que paso después… estaría mintiéndole al lector al pretender hacer memoria y narrarlo ahora mismo. Mi vida dejo de ser lo que era... y comenzó a ser lo que nunca podría ser de otra manera. Jamás olvidare las emociones que atravesaron por mi mente... aquellos sentimientos encontrados que revolotearon en mi mente en ese momentos de inconciencia... de muerte... no lo se.

Solo recuerdo el momento en que desperté… tirado en mi cama, con mi madre mirándome con tanto terror que pareciera que estaba viendo resucitar a un muerto… y… literalmente… lo era.

Una clase de muerto… un muerto en vida. Algunos nos llaman… los no muertos.

Soy un vampiro… y este, el inicio de mi historia.


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