avergonzado va el bandido, arrepentido de no haber robado como debiera, colorado de rubor porque le cayo la pica de su suegra, jefa de la banda. sin dinero, y sin projectos destructivos para consegirlo, decide voltear la vista en direccion del trabajo honesto, y se carga al hombro una bolsa llena de bolas de fraile, azucaradas, y rellenas del dulce de la patria.
se planta a la salida de un boliche de cumbia,
y despliega su artilleria nuclear en el tablon, se siente un poco tonto y un perdedor, le cuesta disfrutar del tiempo sin pensar en el dinero como compañero, y mira la caja con monedas solamente,
a las seis de la madrugada, en un reloj de tres pesos, muerto de frio.
por algo se empieza, penso sin quererlo; su voluntad de inmediato alzo su voz antaño inaudible,
y con movientos entuciastas, pudo concretar el armado de una piramide con sus berlinesas; no quiero llegar a la exageracion de hacerles creer que
se adcrivio de inmediato a la vocacion del yugo diario, pero el bolichito levanto las ventas, y todo parecio valer la pena, en su nueva manera de integrarse a la sociedad.
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