Hoy es domingo, y la verdad que no es el día mas feliz de la semana,
Creo que nunca lo ha sido, lo más sorprendente es que yo nací en domingo, pero nunca he sentido un cariño especial por este día en concreto.
Cuando me he levantado, he recordado una carta que escribí para alguien, recuerdo que comenzaba,- Hoy es el primer domingo del año, y creo que como los últimos domingos de estos meses, tengo miedo de saber lo que me encontrare antes de que acabe el día.
La carta nunca salio de mi ordenador, ni fue recibida por nadie, porque ese domingo decidí cambiar de rumbo y de pensamiento.
Pues bien, más o menos han pasado casi 8 meses que escribí esas letras y ahora mismo me encuentro en la misma situación, pero lo que más me abruma es que me siento más cansado y más defraudado de los domingos y sobre todo de mí.
Creo que no soy una persona pesimista ni mucho menos, todo lo contrario, me considero alegre y siempre tengo una sonrisa para todo el mundo,
una sonrisa que no muestra mi felicidad, mi felicidad se ve reflejada en mis ojos, y no puedo cambiar la mirada triste que me acompaña allí donde vaya.
Me hago gracia a mi mismo, creo que me paso mas tiempo animando a la gente que animándome a mi mismo.
Me he creado un ritmo de vida que me aparta de todo lo que me puede dañar teóricamente, sin darme cuenta que lo que hago es engendrar dentro de mi mas soledad de la que una persona puede soportar, no hablo de una soledad completa, en la cual no tenga a nadie con la que hablar, con la que salir, con la que disfrutar de un momento de risas y abrazos, sino una soledad interior, un vacío que día tras día crece como el universo en el infinito.
Me he creado unos bloqueos interiores que no me dejan ser realmente feliz o al menos eso creo o me intento hacer creer.
Cómo me gustaría no tener en estos momentos la mirada triste, los ojos tristes, el alma triste, pero no consigo resurgir de la tontería mental en la que me he introducido yo mismo.
Hoy al levantarme me he asomado al balcón, y en un patio del edificio de enfrente había un perro enorme y negro, estaba solo, le he preguntado a una amiga que si vivía alguien en esa casa y me ha contestado que antes vivía una viejita, y que el patio antes siempre tenia plantas incluso palmeritas y el perro siempre estaba corriendo y jugando junto a su viejita, pero hace unos años la pobre viejita murió y ahora nadie cuida ese patio, solo van a la casa para dejarle comida y agua.
Mientras me lo contaba he visto como el pobre perro pasaba el rato mirando y jugando con las hormigas que veía por el suelo y ladrando a todos los vecinos que abrían sus persianas para recibir el sol que sale todos los días de verano,
Imagino que esos vecinos estarán también artos de los ladridos del pobre perro negro, pero que pensarían si comprendieran que esos ladridos pueden ser como un grito de auxilio, una demanda de cariño olvidado,
en estos tiempos en los que vivimos no nos damos cuenta de que muchas veces nos llaman, nos piden ayuda y como a un pobre perro negro triste ignoramos ese amor y cariño reclamado.
Ahora mismo mientras estoy escribiendo esto, se que tendría que estar haciendo una llamada telefónica, pero no me encuentro con suficiente fuerza para hacerla, creo que no puedo, no se si la haré…
Creo que estoy cansado, hoy es domingo. |