A Mariana la conocía desde los 4 años, se acuerda todavía de aquel primer día del jardín donde había llegado casi de descarte, sus padres se había mudado de improvisto y casi las corridas debido a un nueva oportunidad laboral del padre.
El miedo de un nuevo lugar se sumaba a la nueva experiencia de interrelacionar con chicos de su edad.
Desde bebé, Mariana era una niña callada tímida e introspectiva, el colegio no fue una excepción siempre terminaba jugando sola en algún rincón o cuando la maestra los hacía pintar siempre terminaba en la mesa del fondo donde nadie iba. Un día en esa mesa se sentó Luisa, una niña preciosa de perfectos bucles dorados y siempre una sonrisa en la cara, desde ese momento se hicieron amigas.
Una amistad que perduró en la primaria y la secundaria, su vinculo fue creciendo acorde a sus cuerpos, era la típica amistad del alma, se escribían cartitas, todas las tardes seguían sus juegos tanto en la casa de una, como en la de la otra, sin distinción
Ya en la adolescencia Mariana empezó a cambiar, ya no buscaba hablar de los chicos del colegio, y dejo de lado la competencia con Luisa para ver cuantos chicos gustaban de ellas.
Si Mariana era tímida y callada, Luisa era todo lo contrario, a pesar de esa diferencia su amistad era increíble.
Estaban en el último año de la secundaria, con la cabeza llena de planes del viaje de egresados, de posibilidades de estudios, de búsquedas de vocación, cuando Mariana imperceptiblemente se fue alejando de Luisa. Luisa lo notó en seguida veía como esa vieja amistad de toda su vida, se iba perdiendo, se iba diluyendo, y trató miles de veces de hablar, de comentárselo a su amiga del alma, pero solo recibía evasivas y más alejamiento de parte de Mariana..
La tristeza que la invadió fue tan grande que su carácter cambio, su tristeza se notaba apenas verle la cara, su risa se perdió…
Mariana también estaba rara, la miraba de lejos a Luisa y suspiraba, se notaba que ese alejamiento le dolía.
El día de la graduación llegó, todas las chicas estaban hermosas en sus vestidos de noche, Marina había llegado al salón bastante pasada de la hora pautada, todos ya estaban ahí, era la última noche donde estaban todos juntos, la gran despedida, llegó y busco por todo el salón busco y la hallo y estaba tan hermosa, y se le vino a la mente todo el último tiempo pasado, los silencios y el alejamiento, y sintió arrepentimiento, pero se dijo que había sido lo mejor, realmente se lo creyó.
La fiesta llegaba a su fin, el amanecer estaba despuntando, se podía deslumbrar por las ventanas
Mariana estaba en el baño esperando a que se desocupe uno, cuando una de las puertas se abre y sale Luisa, ambas se quedan como paralizadas, no se habían cruzado palabra en toda la fiesta y de repente ahí estaban las dos, solas, cansadas de la fiesta y de los silencios
Mariana intentó hablar, después de tanto tiempo la necesidad de explicarle se hizo imperiosa, Luisa también al mismo tiempo, ambas se rieron, de los nervios, de ese imprevisto encuentro, no se sabe. Se callaron al mismo tiempo, y se miraron, largamente, ahora en silencio.
Otra vez Mariana quiso hablar, pero Luisa no se lo permitió, le tomo de las manos y le dio un beso, un suave beso en la boca.
-No te alejes nunca más de mi, esto es raro para mi, pero no quiero tenerte lejos de mi vida, no ahora que sé como podría ser sin tenerte en ella.
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