Cuando llegó, cosa que no me extrañaba pues venía a verme todas las noches, ya me encontraba tumbado en mi cama. Ella llegó a tiempo de ver como todo mi cuerpo, extasiado ya, era puro calor, deseo y pasión. Se quedó un rato observándome, Escudriñando en esa oscuridad que hace mágicas las noches. Fue entonces cuando pude escuchar todos los sonidos de mi mundo interior... Poco a poco me sumergí en esos sonidos. Sonidos que evocan sueños. Tormentos y llantos de esta vida.

Cuando llegó, comprendí todos mis silencios. Es lo que tiene la soledad en noches de insomnio. A veces atormenta, otras, hace pensar demasiado.