Miro al cielo, cierro mis ojos, los aprieto, las lágrimas corren por mis mejillas. ¡Oh dolor! Sufrimiento íntimo en que trato de darle sentido a este arranque que no es emocional y que no involucra a mi alma. Mis ojos cerrados tratando de visualizar alguna imagen, algo que me devuelva a las agrestes fronteras de esta realidad. ¿Misticismo? No, no lo es. ¿Romanticismo? Tampoco. Al igual que en el film ¿Por quien doblan las Campanas? me pregunto ¿Para quién son estas lágrimas? Y sin encontrar respuesta alguna a esta desazón momentánea, guardo el frasco de Colirio y busco a tientas una pared en donde apoyarme…
Texto agregado el 20-08-2005, y leído por 262
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