Tus labios recién servidos sobre la mesa. Tu espalda desnuda presta para acariciar la yema de mis dedos. Me llamas para dormir entre las sábanas de tu cuerpo y mi cabeza Sobre la almohada de tu pecho. Antes de tragar tus oídos paladean y mastican salivosos mis susurros. Tu figura de desliza por la punta de mi lengua delicadamente La ropa se ha despojado de tu piel esperando doblada o acurrucada un mágico acontecimiento. Por unos segundos me apodero de tu mundo varonil Tú atrapas a la mujer Maravillosos instantes Entre los dos no existe diferencia ¿Quién puede explicar el milagro?
Texto agregado el 19-08-2005, y leído por 109 visitantes. (1 voto)