“Diego saca uno, dos, tres, cuatro, ingresa a las dieciocho, elude al portero, dispara …increíble señoras y señores, la pelota se niega a entrar, a un milímetro de la raya y se niega a entrar, parece que tuviese vida, increíble, el esférico retrocede, dibuja una duda en el césped, se detiene, no puede ser. Los hinchas no lo pueden creer. Diego llora…pero el cancerbero, un momento, un momento, el cancerbero toma la bola, parece que la regaña, la patea y…gooool…”. Minutos después y antes de recibir el despido del Club y cuando tras la reja los fanáticos babeando le recordaron su madre, Anastasio - el portero-, explicó a los periodistas que de chico su padre le dijo que en el fútbol la virtud casi siempre le gana a la suerte y hasta al mal humor de los balones, de allí el autogol. Ningún equipo desde entonces contrató sus servicios.