Esta es la segunda parte de esta trilogía, la cual se basa en un echo real. espero les guste, gracias 
 
 
Un año ha pasado, que rápido  
un año desde la partida  
de esa gran persona, 
a ese mundo que no pretendía conocer. 
Bueno no puedo remediar ese destino, 
ahora  me encuentro encerrado 
encerrado en esta habitación 
junto  al barbón y  cuatro conocidos mas. 
Todos pesando y fumando unos cigarros 
de por si sentados como exiliados  
y yo intranquilo por inhalar 
mas y mas coca, y ahogándome en el trago. 
Comenzaba a recordar a esa persona  
el que no ríe ni llora ahora, 
el que dejo al tiempo que robara los recuerdos 
solo me queda llorar por dentro con tanta coca. 
Me senté y dije aun recuerdo sus  consejos 
sus abrazos y sus chistes tontos, 
así era el; un gran amigo 
pero ahora ya no esta. 
Y dije - Basta de ponernos tan estúpidos  
ese huevón siempre fue valiente. 
A ver quien de ustedes es tan valiente, 
valiente como él que partió. 
Todos permanecieron callados, 
 y les dije – vamos a iniciar un juego. 
Bote el cigarro al suelo 
me agache ha sacar el arma 
que debajo de mi cama descansaba; 
¡Si! Era una pistola con cinco balas, 
todos al verla se asustaron 
preguntándome - ¿Qué piensas hacer?, ¡guarda esa huevada! 
respondiéndoles – tienen miedo, pues yo no. 
Deje caer cuatro puntas de plomo al suelo 
mientras una  quedo en mi mano 
colocándola en la recamara de este arma, 
esta bala de acero a  la que en esta habitación  
el barbón y los demás tienen miedo. 
Gire el cilindro del arma y lo cerré, 
le quite el seguro y apunte 
apunte hacia el barbón 
parándose asustado de la silla. 
Diciéndome – ¿Qué mierda tienes?, no juegues así 
baja el arma y dámela; 
tanto miedo tienes huevón, le respondí 
me coloque el cañón en la sien  
y jale el gatillo y nada paso.  
Volví apuntar hacia la cabeza del barbón, 
y nuevamente jale el gatillo  
el huevón estrello su espalda contra la pared. 
Del gran susto. 
Apunte a los demás estupídos 
y les ofrecí el arma, pero solo tenían miedo 
mucho miedo a no arriesgarse a viajar 
viajar entre desafortunadas nieblas. 
Jale rápidamente el gatillo dos veces mas 
siendo afortunados al no finalizar el juego, 
mientras uno de ellos me miraba fijamente 
con valor y temor. 
Diciéndole: toma, te toca. Vamos se valiente 
demuéstrame que no tienes miedo 
respondiendo: no puedo y no deseo 
no tengo el valor de hacer algo tan absurdo, 
no soy como tú, a ti te respeto por ser valiente 
pero no pretendo jugar con esa arma, 
y si quieres pégame, pero no me hagas hacer algo que no deseo. 
Lo mire y lo abrasé con fuerza 
Diciéndole: te felicito huevón, tu no tienes miedo alguno; 
aprendan el no tiene miedo y es valiente, les dije a los demás. 
Que valiente eres carajo 
¿tu eres valiente?, ¡yo también huevón! 
coloque la pistola en mi sien 
y  voló el sonido del disparo, 
y el silencio llego… 
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