El cristal de la vidriera cae con estruendo de “película catástrofe”. Los manifestantes se abalanzan sobre ella para hacerse de cualquier artículo de los que se exhiben. La policía corre a proteger la “propiedad privada”. El cuerpecito queda, cubierto de sangre, sobre uno de los escaparates, confundido con las finas telas expuestas. Muchos pensaron que había tenido su merecido.
Texto agregado el 26-09-2003, y leído por 334
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Lectores Opinan
25-03-2005
oh! está buenísimo, la idea bien desarrollada en tan sólo un párrafo. Valioso mensaje y el recurso de un gran letrista como Sabina. Saludos! Quilapan