Recuerdo que cuando yo tenia como 8 años a mi padre le encantaba ir de cacería por las noches a las montañas cercanas al pueblo; algunas veces se iba acompañado de otros amigos y otras veces se iba solo. Un día decidió ir solo y se fue después de cenar, recuerdo que eran como las 19:30 PM. Dos noches antes había llovido sin parar y aun se percibía la humedad de la tierra y el viento soplaba frío, algunas veces fuerte y otra ni se sentía, pero la noche estaba fría.
Tomó sendero abajo que llega hasta un terreno solitario lleno de barrancos, lleno también de árboles frondosos que denotan tener ya más de cien años, cubiertos de nidos de aves, lianas y quien sabe cuanto animal mas, pero allí hay unas flores tan hermosas que siempre atraen pero son tan peligrosas por que tienen espinas por todas partes creármelo o no pero hasta en los pétalos tiene espinas, mi papá logró traer algunas una de las tantas veces que fue por allí. Bueno tan raro es el terreno que dicen que allí hay un encantamiento que la puesta a este , se parece mucho a la de una iglesia con la diferencia de que está incrustada en las entrañas de la montaña, como un agujero. Y dicen que de allí sale la ciguanaba, la mula sin cabeza, el duende, la llorona, culebras y un sin fin de artimañas. Nadie pero nadie osa pasar por ese lugar por temor a ser encantado, es tanto el miedo que ni de día ni de noche pasan…. Pero mi papá… un hombre de unos 35 años, rebelde de nacimiento, experimentado en cualquier clase de aventura; como la de haberse cruzado cara a cara con la llorona, por creer que era una de tantas novias que tubo en su juventud, a la cual el estaba esperando y nunca llegó; fue confundido con guerrillero y capturado por el ejercito por dos semanas y dejado en libertad al demostrar su inocencia, haberse casado 6 veces y haberle pegado a una de tantas suegras metiches que tubo y metido preso por está 2 días. Bueno ya con tal precedente imagínense el carácter de mi padre.
Bueno iba él por el sendero con sus perros de caza, le encantan los perros que tengan la cacería en la sangre, recuerdo que los perros que lo acompañaban esa noche se llamaban Koky, Sultán y Coludo; llevaba puestos ropajes viejos, botas de hule, su linterna y su machete.
No habían caminado mucho, no se escuchaba ningún ruido extraño, más que el de las ardillas en los árboles, las lechuzas y búhos cantando, no había más cuando de repente los perros empezaron a correr y a ladrar como que tuvieran a su presa a la vista y mi papá corrió tras ellos pero no los alcanzo y se quedo esperando unos minutos a la par del camino, de repente silencio total, solo los grillos se escuchaban y los perros ni sus rastros, espero unos 20 minutos a ver si regresaban de ver que no venían empezó a llamarlos con silbidos y estos le respondieron pero se escuchaban lejos como que estaban en la otra montaña y se dijo a si mismo que raro. Bueno no le dio importancia y se adentro entre los matorrales abriéndose paso con su machete, llego hasta un arroyito y los empezó a llamar nuevamente, de repente los escucho y los vio a la par de él, pero se veían cansados y agotados y decidió mejor regresar por que ya los perros no podrían hacer la caza, Eran como las 21:00 hora PM cuando decidió regresar según el reloj que llevaba y salio de los matorrales con los perros hacia el sendero cuando empezaba a caminar por este escuchó unos silbidos parecidos a los de él, cerca de él, no le asusto al ver que no había nadie pero se dio cuenta que los perros corrieron tras los silbidos y mejor corrió tras ellos, los alcanzo, los amarro y se los trajo a la casa y nos contó esto.
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