ADICTO
Sabes. No se si estoy hablando con alguien, si en verdad alguien me escucha, si existe alguien, si existo yo. Por intentar mantener un poco más estable mi raquítica cordura simularé que me escuchas.
Ya que estamos en confianza te narraré y por qué no, te pediré consejo para aquello que ya no tiene solución. No sé cuando comenzó todo esto ni cómo fue, yo solo seguí los pasos de la sociedad, la realidad que me tocó vivir, ya todo estaba dictado y previamente estipulado. ¿Por quién? Ya nadie lo sabe; pero lo cierto es que a nadie le interesó.
Recuerdo que los programas de aprendizaje mencionaban a menudo cómo era el mundo en el pasado. Tantas y tantas cosas que uno no se imaginaría que existieron o que se pudieron realizar a no ser que te conectaras a la “Corporación” pero eso te lo platico después.
Si pudiera haber escogido qué realidad vivir, seguramente sería esa; aquella en la que las personas salían a la calle sin riesgo al calor, en el que existía eso que llamaban comida y agua y que podías elegir el ¿qué? ¿cómo? ¿cuándo? y ¿dónde? ingerirlas, en el que el día y la noche eran habituales pero nadie los controlaba, la naturaleza elegía su plan de acción aunque dicen que nosotros éramos la piedra que se interponía, la que desarrollaba cualquier artimaña para desarticular su curso. En la que se convivía con otras personas muy al pesar de las mismas y no sólo con un computador, en la que se tenía familia aunque eso no fuera tu elección, no como ahora en que nacemos en el frío vidrio de un laboratorio. Y eso de besarse, ¿cómo lo hacían ver tan fácil? Pareciera que sólo era el vil preámbulo para hacer el amor. ¿El amor? Dicen que no era simplemente el hecho de copular sino que había sentimientos de por medio, si, ya se que parece algo muy complicado, pero por extraño que parezca, ésta gente lo aplicaba inconscientemente y hacia cualquier cosa, entre ellas familia, mascotas y plantas (no mames, si había) y porqué no, hasta objetos sin vida.
Pero no creas que todo era tan bonito, si no pus que chiste.
Éstos simpáticos antecesores nuestros carecían de toda conciencia, lejos de ser libres ejercían libertinajes, conocían los límites, más no por ello los respetaban; comenzaron a rebasar, primero, el límite de la racionalidad; comenzaron a pensar sólo en ellos mismos, en su bien sin importar sobre quién tuvieran que pasar (y ahora es cuando se me viene a la mente aquella frase que no se donde vi: “en esta vida sólo hay una cosa más importante que Dios, que nadie escupa sangre para que otro viva mejor” –ja. Creían en un Dios-). Comenzaron también a desentenderse del futuro (claro, a ellos que?) y a vivir el momento (romántico en ese entonces, egoísta, si lo vemos después de sus repercusiones). Comenzaron a envidiar, a odiar, a dudar de sí mismos, comenzaron a decaer. Comenzaron a ser adictos a todo; al dinero, al poder, a los placeres (cualesquiera que éstos fueran), adictos a sustancias que lejos de importarles las consecuencias de incorporarlas a sus vidas, las adoraban por el simple hecho de que les mostraban otra faceta de su realidad, adictos a todo, pero no necesariamente lo bueno.
Adicción y comienzo. Es aquí de donde parte toda desgracia.
Siempre creí en lo que la “Corporación” pregonaba: “son preferibles los vicios limpios que las virtudes sucias” cuando la avalancha de cuestionamientos caía sobre ella con relación a la pregunta ¿qué tan adictivo puede ser éste mundo de sueños e ilusiones? A lo que ellos contestaban sencillamente:
-Entonces condenen y den estado vegetativo a todos los que osan imaginar, pues ellos imparten el mismo mal.
Lo cual les merecía cierto reconocimiento, dado que tenían razón. Pero el problema no era el hecho de comprar sueños y alquilar ilusiones, sino que a pesar de que todos éramos independientes a los demás, que todos y cada uno de nosotros siempre había estado solo, pero en igual o mayor grado, carecíamos de la habilidad nata que la vida te da: Imaginar, soñar.
Dichosos los normales, aquellos seres extraños que lo pueden hacer sin necesidad de recurrir a estos servicios, y es que aún no entiendo el porqué perdimos ésta capacidad. Si fue por que nos resignamos a la conformidad de tener una vida totalmente resuelta y planeada por una computadora, lo cual, por añadidura, implicaba el hecho de no esforzarte más de lo requerido, de evitar la fatiga a toda costa y con ello, el cansancio mental. Si ya carecíamos de nada, ¿para qué desgastarte en cosas que no requieres?
Pero también ¿cómo imaginar lo que nunca vivimos? ¿cómo hacer lo que no sabes que puedes hacer? Porque en realidad no teníamos certeza de que eso de la imaginación fuera un mito o realidad. Además, cualquier duda o curiosidad que tuviéramos la solventábamos con el simple hecho de conectarnos a la RED central, lo cual, acrecentaba nuestra ociosidad dado que a estas alturas todo lo que imagináramos ya existiría o habría sido pensado por otro y para qué desgastarte en pensarlo si te puedes conectar a ese pensamiento y vivirlo, cual si fuera tu propia creación y tan real como la vida misma (si esa es la realidad).
A todo esto aúnale que nuestra amiga “Corporación” nos surtía de las más excitantes e intensas experiencias que nunca podrías tener en tu llana realidad. Aquellas drogas que en el pasado mostraban un mundo de directrices que nadie pudo descifrar, ahora era simplemente obsoleto; por el simple hecho de que no hay nada más intenso (ni la realidad misma) que la intoxicación directa a tu ser, a ti, a lo que te rige, lo que en verdad percibe más allá que tus sentidos, aquel que ve los sabores, que siente los olores, que saborea los ruidos más castrantes, que huele la felicidad, que escucha colores. Intoxica tu cerebro.
Talvez no sabíamos lo que era el amor, pero sí algo se le acercaba, eso seria nuestra dependencia a los “sueños”. No le podíamos ofrecer nada a nadie, ni a nosotros mismos, pero sí, completa y absoluta dependencia a aquello que nos daba la posibilidad de vivir sueños de otros, ilusiones de otros, fantasías de otros, en sí, vidas de otros. Talvez en cierto modo era un plajeo, pero ¿quien registra sus ondas cerebrales con su derecho de autor?
Aún puedo recordar mi primera vez, aquella que trasformó mi “casi vida” por completo. La que me inició en esto. Te contaré exactamente lo que sentí:
Es como si abrieras tu mente y yo estoy en tu razón y estando ahí dentro no estoy, no soy yo, sino tu. Dejas de existir al sentir la sed en la boca de aquel que te presta su vida, es la ausencia del infinito, es el deseo, la ansiedad de ser inmortal uniéndote a otras personas. Sientes lo que no conoces y hasta lo entiendes, lo haces tuyo; es como ver ceder la mancha del pecado que no quieres confesar, te estas viendo caer y no sabes cómo parar. Es mirarte en un cristal provocándote (tu mismo) una herida, la cual, tu vil arrepentimiento no basta para sanar, es verte ceder en otro rostro, haz perdido tu reflejo, te queda la soledad, ya no eres nada y eso es lo que más te complace, por que sabes que alguien te puede salvar y si no ¿qué más da?. Eres la lluvia que cae al otro lado del jardín, esa lluvia que no conoce el fin. Simplemente arriesgarse a todo pues no hay consecuencias. Apuestas a perder, al fin y al cabo esa vida no es la tuya y mañana, mañana podrás escoger otra.
Unirme dentro de ti. ¿Dormir? ¡nunca! si no soy yo. Soy un fantasma vivo. Entro en la existencia de otros. Vivo mojado de existencia.
Si pudiera dejar de pensar. Aunque me quede, aunque mi mente se acurruque en silencio en un rincón de esta RED. Soy, soy y existo, luego soy pero pienso…¿por qué pienso? ¿entonces cual es el objetivo de esto?
¡¡¡ La existencia es blanda, es una caída acabada, la existencia es una imperfección y…. !!!
¿Ahora me entiendes? ¿Entiendes porqué toda mi sociedad se volvió adicta? ¿Entiendes porqué todos se conectaban por tiempo desmedido a la “Corporación”? ¿Entiendes porqué hubo un sobrecupo en la RED? ¿Porqué fue inevitable la hecatombe? ¿Entiendes porqué vago en los sueños? ¿Entiendes porqué estoy en el tuyo? No, no lo creo.
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