El espectáculo debe continuar:
¡Apáguense todas las luces, todas!
Dejen que sobre cada sombra estremecida,
caiga el telón de la venganza;
paño funerario,
tiñes de negro nuestros sueños,
cual furia de tormenta.
Y los ángeles, pálidos,de alas rotas
se mantienen de pie,
sin velos sobre sus rostros,
admirando la belleza,
de nuestros cuerpos marchitos.
Y los demonios, vuelan de un lado a otro
cambiando constantemente de escenarios,
vertiendo en sus alas desplegadas
un invisible, eterno sufrimiento,
que se retuerce en nuestros interiores.
Y sus fauces gotean sangre humana,
y respiran nuestro aliento.
Y entre un drama de esperanzas y temores,
la muerte pasa delante de ojos,
de diablos y demonios.
¡Qué locura!
Nuestros pecados derramados, cual vaso de vino
cae sobre la mesa.
En lo alto, susurran las fieras.
Por lo bajo, lloran serafines.
|