Sispilacopa Sin Remedio
Tercera Parte
Los funerales de Raquel no pudieron ser realizados y con el dolor del alma, Marcelo se despidió de ella enterrándola en el patio de su casa. Solo faltaban pocos minutos para el primer cataclismo alertado.
Benjamín y Susana se quedaron con Marcelo hasta que llegara el oleaje.
Desde la casa de Raquel se veían los ya notorios recogimientos de mar, cosa que los mantenía alerta siempre, las señales de radio y celulares se habían perdido desde las 18 horas. El televisor era el único medio que a través de cadenas televisivas, mostraban imágenes de la Isla de Pascua cubierta por una inmensa nube y un tornado que devastaba los alrededores marinos de esta. El tornado se movía como una gran columna en dirección al continente, pero a unos 20 kilómetros en el océano se detuvo, oscureciéndose por completo.
A las 18.20 horas todo era oscuridad, a pesar de que la electricidad poblacional de la región seguía activa, una lluvia comenzó a caer junto con granizo como nunca antes se había visto, estos chocaban en los techos y trizaban ventanas, Marcelo, Benjamín y Susana miraban atónitos la columna negra que se extendía en el horizonte, más oscura que la ya vista, y cercana a esta columna, se veía el mar y una gran ola de truenos y relámpagos. Un gran silencio antes de la tormenta se adueñó de todo Valparaíso.
La granizada había cesado al igual u la lluvia. Solo quedaban escasos seis minutos.
El mar terminó por recogerse 150 metros dejando en el camino de esta recogida, mas animales muertos, haciendo recordar a Marcelo el pasaje bíblico del ya tan nombrado y presente Apocalipsis: “un cuarto de todo animal en la tierra morirá”.
Quisieron no seguir viendo, sabían que estaban seguros donde se encontraban, pero aun había algo que los asustaba, esa columna que no avanzaba realizando una posible limpieza según Susana, como una gran centrifuga que lanzaba todo al cielo, donde ya era imposible ver por las nubes.
La ola entro con la furia de mil leones, y tan rápida como otros mil caballos, todo el puerto y la costa en fracciones de segundos desaparecieron ante sus ojos perplejos. Desde los cerros se convino un grito unánime de voces que se lamentaban de lo sucedido.
La televisión ya no mostraba imágenes de la zona pascuense, esa transmisión había muerto hace ya mas de ocho minutos, ahora se mostraban escenas de la capital, en donde supuestamente se encontraba hace algunos instantes la torre ENTEL, ahora destrozada por efecto de un rayo fulminante que la hizo caer en mil pedazos, en ese momento un gran agujero se tragaba el espacio circular donde antes se hallaba esta, la tierra también despertaba.
Era suficiente pensó Susana, esto debería ser una pasadilla que se apoderaba cada vez mas de ella y en la cual ella era la actriz principal con sus propios amigos, apago el televisor y decidió irse a acostar, el cansancio la mataba.
Marcelo y Benjamín se sentaron en la mesa, Marcelo lloraba de desesperación. Una noche de desvelo total, sirenas, ambulancias y gritos escandalizados de mujeres portuarias que corrían al plan a ver los restos del ya apacible mar que consigo no dejo evidencia de los animales que yacían hace pocos minutos atrás.
El sol salió normalmente a las 6 horas calentando algo mas que en los otros días. Susana miró al cielo mientras avisaban en el televisor un segundo cataclismo, esta ves la contraparte del mar en el norte. El desierto desaparecía a los pies de los nortinos por unas grietas producidas por un terremoto ocurrido en la madrugada, toda la arena era absorbida por la tierra y todo el norte se despegaba del altiplano, y grandes acantilados nacían al desprenderse las dunas bajo las líneas tectónicas.
Susana quiso llamar a sus padres recordando que las señales telefónicas estaban cortadas. Giró para ver a Benjamín con las manos en su cabeza sin poder creer lo que veía en el televisor. Inglaterra y Holanda hundidas hasta su 80% por un maremoto de mayores proporciones. Sin discutirlo en su mente Susana se dijo así misma, “es el Apocalipsis, sabíamos que eso era”. En ese mismo instante algo la separaba de su pensamiento, Marcelo gritaba desde la calle que salieran a ver el sol.
-¿Que mierda es eso? – dijo alteradamente y casi sin control Benjamín mientras corrían lagrimas por su cara.
-Lo dije, se los dije – repetía insistentemente Susana llorando desesperada.
-Nos vamos ahora mismo a San Felipe – les dijo Marcelo mientras los empujaba a la casa para que arreglaran sus cosas y partir – Nos vamos por el interior.
El sol estaba rojo y rodeado por un aro negro que a la imaginación humana parecía girar y acercarse a la tierra. La columna en el horizonte ahora era blanca, cosa que Susana asimilaba a que esta ya había concluido su “centrifugación”
Marcelo tomó el primer auto que vio y encendió el motor, ya no le preocupaba nadie mas que él y sus amigos. Mucha gente huía despavorida de lo que pudiera seguir pasando en Valparaíso. El aro seguía el camino del sol.
-Marcelo enciende la radio por si acaso – le dijo Susana cuando ya iban cerca de Limache.
Así lo hizo, encendió a radio y para molestia de los tres, solo hablaban el aro y la columna que según meteorólogos era una formación gaseosa de un calentamiento global excesivo de esta zona circular de la tierra, la cual evaporaba el agua en grandes proporciones, transformándola en nubes condensadas rápidamente que caían en forma de lluvia y granizo en las tardes cuando el sol ya se escondía y las temperaturas bajaban a menos de cero grados. Susana se tranquilizó un poco al saber que la columna no era mas que eso. Benjamín por su parte no dejaba de mirar el aro negro que rodeaba el sol y dijo:
-Creo que lo soñé; si asi es, soñe este dia, recuerdo muy bien que el sol estaba tan rojo como ahora y una nube circular oscura lo rodeaba.
Susana y Marcelo solo lo miraron y no hubo palabra hasta llegar a Olmue, donde descansaron un poco, el sol ya bajaba y el aro desaparecía con él.
-¿Que haremos al llegar allá? – pregunto Susana
-No lo sé – le dijo Marcelo – Solo sé que el mar no llega allá y la nieve no matara a nadie tampoco, tengo familiares que no veo hace mucho en San Felipe, viven en el centro, con ellos estaremos bien por algún tiempo.
-Eso es bueno – respondió por su parte Benjamín un poco más tranquilo.
Prosiguieron su camino para llegar cerca de las 18 horas a San Felipe. La lluvia y el granizo hacia peligroso y lento el viaje, además de que nunca habían visto tanta gente viajando al interior, a pesar de que esta oportunidad era una excepción realmente notable.
Llegaron a San Felipe. En casa de los tíos de Marcelo conocieron a su tía y a su primo, Jessica y Ricardo, quienes a pesar de las malas noticias, estaban mas calmados que Benjamín.
-El desierto ha desaparecido primo – le dijo Ricardo a Marcelo mientras miraba el televisor apuntándolo – Mira ahora no nos queda nada, solo un terreno baldío y un gran acantilado que nos separa de Bolivia y Perú.
Susana quedó totalmente shokeada con las imágenes, era cierto ya no había conexión con país alguno por el norte a no ser que algún loco se le ocurriera volar con estas tormentas. El mar ahora reemplazaba todo lugar de la costa donde se habían posado alguna vez arena y dunas por igual. Chile al paso del tiempo se transformaba en una isla gigantesca, y solo Argentina estaba unida a él por la Cordillera de Los Andes, hasta ahora una reliquia viviente de los países latinoamericanos.
Otra tormenta eléctrica había sido registrada por las cámaras caseras que daban sus videos a los canales que sin cesar pasaban noticiarios en cadena. La tormenta caía ahora sobre San Antonio y Cartagena, tierra del poeta Pablo Neruda, a quien la tierra y el mar, le habían consumido su casa totalmente, además de sus puertos que por el maremoto, también terminaron en solo escombros y muerte.
Santiago cambió de temperatura al igual que Valparaíso y a diferencia de lluvia y granizo, en la capital una ventisca sin parar llenaba las calles rápidamente de nieve. La región metropolitana se hundía pero no por causas de la tierra como en el norte, sino que la nieve la enterraba.
La lluvia de informaciones cargadas de tragedias y calamidades coparon las mentes de Susana, Benjamín y Marcelo, quienes no soportaron mas y se fueron a descansar. El caos ya reinaba en todo el mundo.
Al siguiente día en las noticias era alertada la erupción del Volcán Osorno y el lago que reposaba a sus pies ahora era una columna de vapor. Imágenes capturadas con mucha suerte desde la estación espacial Internacional, mostraban las distintas columnas en diferentes puntos del planeta, pero lo impactante fue ver como los polos eran ennegrecidos por grandes nubes que los tapaban.
Corría el día 17 de Abril y recordaban que el 22 era luna llena, la luna nueva no se había producido este mes, cosa que los llevo a pensar que no solo la tierra sino también su satélite natural era alterado por la sispilacopa mundial.
A la hora del almuerzo era reportado un tercer cataclismo, un diluvio proveniente desde el sur, donde ya la Antártica quedaba reducida en cinco sextos de su tamaño real por causas de los cambios climáticos.
Si el sol no calmaba su ira de no calentar las zonas centrales y de calentar los polos este diluvio duraría hasta hundir el planeta totalmente, transformando el Ecuador en un polo uniforme.
Comieron y después del aviso del tercer cataclismo, los Ángeles no esperados se hicieron presentes en todas formas, incluso en nubes. Susana, Marcelo y Benjamín debían correr. |