PADRE

Es otra noche en que las estrellas nos observan, son las mismas padre, son las mismas que siguieron nuestros pasos en la soledad del norte, pasos en las arenas del basto desierto.
Las mismas estrellas padre, que te observan a ti y a mí, ¿es la distancia acaso un factor de distancia si algo que perdura en los siglos de los siglos nos ha acariciado con la fragilidad de la seda?.

El soplido de los vientos siempre nos susurrara los cantares de los sueños diluidos en paisajes vírgenes donde reposa nuestras almas libres, que revolotean por parajes deslumbrantes, que a cada pisada el polvo se abre con el filo de una espada.

No son malas pasadas los tiempos de agonía, son cátedras de las cuales hemos aprendido, cosechando experiencias, cubriendo nuestras almas de colores vivos, y huellas de historia de vida.

Escucha padre la melodía que acompaña cada soplido del norte, comprende sus mensajes.
Mientras que yo escucho los sonetos de la lluvia cubriendo mis párpados, labandolos,
Bautizando mi presencia por el amor que te tengo.

Incrustado el amor esta sobre la piedra que hace tropezar al caminante cambiando su rumbo,
Cambiando su destino.
Incrustado sobre la piedra el amor que te tengo padre sellara la distancia por medio de las estrellas,
De la brisa, de la dinastía solar, que nos abrasa en su recorrido hasta la penumbra de la dama de las oscuridades amante de la noche... la luna.