Hoy es uno de esos días en que nada me hace más feliz que encerrarme, recordar lo que suelo olvidar, escuchar todas y cada una de las notas de esas canciones que tanto se parecen a mí. Todas son tristes…pero me gusta estar triste. Me gusta llorar hasta que los ojos quemen y al fin el alma pueda reír. Me gusta estar así, las manos desaparecen, la casa se torna blanca, mi alma se vuelve alas…y veo todo tan claro, y una melodía con notas en paz se mete en mis entrañas…y se me cierra el alma y en cada golpe florece otra vez.
Los ojos no ven mas que esas nubes de no sé qué, mi cuerpo no toca mas que el aire que sobrevuelo…
Las imágenes pasan sin detenerse, no sé si llorar ante ellas, no sé si quiera recordar que todos los días olvido, no sé si volver a casa…quizás prefiera un rato mas en esta calma.
Necesito ese rincón donde llorar y sentirme en paz, necesito que me suelten los brazos, poderme abrazar…
Los sentidos desesperan por ser, pero en este instante no quiero ser, no quiero estar. En este instante no voy a hablar. Se me cierran las ventanas, alguna otra se abre aspirándome, aspirando este trozo de vida, esfumando los sentidos, abriendo caminos a cualquier parte. Puedo sentir cómo muero y comienzo a vivir. Y es que amo el placer de morir por lo menos una vez al día.
No podría contar esto si estuviera en el más allá. Quizás no sea yo la que dispara sus dedos a cada tecla y bombardea con sentires cada renglón de esta hoja sin renglones.
¿Llegaré algún día a ser un ángel? ¿Llegaré a estar a tu lado y prestarte mis manos cada vez que desees morir?...Quién sabe…
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