Emprendí la seca marcha
de regreso al ostracismo
todo se hizo colores diluidos
la hierba temblorosa
de savia quedó ajena
no hubo más texturas
ni sonrisas aladas
no más sonidos tibios.
Y abrí un libro de cuentos
para esconderme allí
por un momento.
El sálobre regreso
fue igual a un río frío
busco aterida quien me acoja en este sueño
solo un abrazo sostenido
solo uno
suspendido en un suspiro.
Quiero en la nueva marcha
mi mirada serena
algún oblicuo rayo de sesgado corte
que colisione mi destino interferido
corrigiéndome los grados
los minutos
los segundos
debo llegar
debo partir
pero ya se han desterrado los caminos
todos se hicieron zanjas
oscuras piedras
de negada transparencia
ni siquiera el olvido
aceptó competir
le faltó el incentivo
abrió cajones muertos
vacíos
y sin llaves.
Debo llegar
partir la nueva marcha
nada me deja hacerlo
casi nada
ni un verbo nuevo
ni una palabra mágica
o el bastón
en que puedo apoyar todos mis trinos
dar un golpe a las lágrimas
o espantar los rumores de mi incierto destino.
Esperaré la nueva aurora
sentada sobre el hombro de aquel espantapájaros
haciendo dedo hacia las horas
que aún no saben
que estarán derramadas
sobre mi nueva senda.
Y esperando
tranquila
con un silbido entre mis labios
deshojaré una margarita
contra un tronco desnudo
y lanzaré mi sonrisa hacia los cuatro vientos.

16.08.2005