La pelea contra el dopaje genético es uno de los temas tabú en los eventos deportivos esta década, desde que la Agencia Mundial Anti-Doping (WADA) detectó que al menos un 60% de los deportistas olímpicos de las comitivas estadounidenses, cubanos, franceses y chinos tenían alteraciones genéticas.

Tal vez el método de dopaje genético es el más nefasto desarrollado hasta ahora, notable por su rápido ascenso en los últimos años.

“Nadie debería preocuparse por la existencia de atletas genéticamente alterados, porque los dirigentes y organizadores de eventos deportivos imponen una frecuencia y número de eventos al año que solo puedes cumplir si te modificas sustancialmente” afirma Charles Pérez, miembro del equipo de ciclismo de Francia.

En mi opinión personal, supongo que nadie había tenido en cuenta las consecuencias de las investigaciones sobre el genoma humano, mucho menos los expertos en control de dopaje, hasta que fue demasiado tarde.

Digamos por ejemplo, que algunos científicos, médicos y genetistas que se encuentran en Latinoamérica, poco dispuestos a vivir en el desempleo después de su paso por las universidades, terminan trabajando en el mercado negro. Consideremos que las investigaciones sobre transferencia de genes está a disposición de cualquiera que ingrese a una biblioteca o al sitio en la red donde está disponible en línea. Y agreguemos para redondear, que ciertos “negociantes” del mercado negro, tienen una demanda de “mejoras” por parte de equipos profesionales de distintas partes del mundo, por lo que deben moverse rápido y satisfacer la demanda. Ahora, reunámoslos en un evento deportivo que se celebre en una ciudad donde todo eso tenga cabida. Digamos, Río de Janeiro, donde existen alrededor de ocho universidades donde se imparten clases de biología molecular.

“Los tratamientos disponibles son distrofia muscular masiva, endurecimiento de tejido óseo, aumento de capacidad pulmonar, reemplazo de bastones y conos oculares, mejora de sistemas de reflejo y limpieza de ácido úrico, hasta ahora. Demasiados deportistas están dispuestos a pagar hasta diez millones de dólares por músculos nuevos. Así que cualquier genetista con un buen laboratorio y un deseo de tener algo de dinero rápido puede convertirte en el atleta que deseas. Dejando la seguridad y la metodología científica atrás, no es muy difícil.”- John Callier, director del departamento de Biología de Calgary.

Pero descubrir una manipulación genética no es tan complicado, la evidencia magnética queda después del tratamiento, lo complicado es que la forma de hallar esa evidencia es ilegal en la Unión Europea y Rusia.

La primera persona descubierta durante los Juegos Olímpicos de Río, fue John Lewis, del equipo de atletismo de Canadá, a quien le hallaron unas glándulas de testosterona que no existen en los seres humanos.

“Yo no tengo la culpa de ser más hombre que todos ustedes” fue su primera afirmación, hasta que le aplicaron el método CRIE (revisión magnética, por vía oral, con una sonda) que reveló entre otras, manipulaciones que reemplazaban su código genético por el de ancestros de cerca de 1500 años.

Se ha reportado que las cadenas de televisión japonesas, en sus programas de concurso de alto riesgo, recomendaban a sus competidores manipular su condición cardiaca para hacer más emocionantes los juegos.