Ella.
Cuando era pequeña, jugaba con sus amigas en grupos pequeños e íntimos. Si alguna se lastimaba o equivocaba en el juego, el juego se interrumpía, todas se reunían para ayudar a la que había cometido el error o se había lastimado.
Así desde niña, se acostumbró a formar alrededor de su corazón una red de relaciones, a interpretar mas claramente las señales verbales y no verbales y de esta manera expresar mas fácilmente sus sentimientos.
Ella llega al amor, en general preparada para jugar de una particular manera ese tan difícil rol de administradora emocional.
Administrar emocionalmente la intimidad significa llegar a lograr una relación mas profundamente.
El.
Cuando era chico, sus juegos se desarrollaban en grupos mas grandes. En esos grupos se ponía acento especial a la diferencia, a la competición.
Si un compañero se lastimaba o sentía mal, se esperaba que salga del campo de juego y luego se continuaba con el juego.
Así la mayoría de sus compañeros, (que no necesariamente debe ser la generalidad), aprendió a continuar. A continuar en la vida a pesar de todo, adquirir esa extraña fortaleza de saberse autónomo, esa independencia inflexible ante el dolor .
Adquirió el hábito de minimizar todo tipo de emoción, emociones que tienen que ver con la vulnerabilidad, culpa, temor o daño.
De esa manera llego a la relación con el amor que representa Ella, con mucho menos apreciación en la tarea de administrar y percibir las emociones, con mucho menos práctica para comprender lo que Ella requeriría de El.
Ella y El.
Esta falta de habilidad en percibir la emoción (no por egoísmo, sino por falta de práctica), hace que cuando El la ame, sea su razonar mas lento en percibir la expresión de tristeza cuando esta sobreviene sobre el rostro de Ella.
El rostro de Ella debe llegar a un estado muy avanzado de tristeza para que los ojos de El puedan leerlo.
Y cuando esto sucede exteriormente sobre el rostro de Ella, el sentimiento interior del corazón de Ella ya ha sufrido demasiado la tristeza sin que El lo advierta.
Ella en cambio por su naturaleza de mujer y madre, está acostumbrada a advertir de inmediato la expresión de tristeza.
En una relación entre Ella y El, dormir con el enemigo no significa la frecuencia en la sucesión de hechos.
La frecuencia en tener o no sexo, la forma de hacer el amor, los hijos, las deudas, el trabajo, el bienestar, todos son temas que pueden afectar, pero que no necesariamente interrumpen la relación.
Dormir con el enemigo es simple y solamente, la forma.
Ese oficio para advertir la tristeza y la suavidad. Ese oficio en discutir cada uno de estos temas sin lastimar ni herir el sentimiento.
Algún día ella envejecerá y quizá desaparezca, sin embargo sus ojos siempre serán sus ojos, tendrán para verlo a El, la edad del agua de vertiente.
El no la extrañara
Primero porque no le ensenaron a ser débil. Segundo porque a pesar de no haber sabido ver su tristeza, la seguirá llevando dentro, y llevarla en el corazón es seguir durmiendo con Ella.
Aunque algunas veces Ella tampoco advierta que El la extraña pues la lleva dentro del corazón y sobre cada poro de su cuerpo.
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